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martes, 3 de mayo de 2016

Un juego entre dos Sinsajos... FANFIC

Un juego entre dos Sinsajos


Nota: Los personajes usados usados para este fanfic son propiedad de Suzanne Collins... Y solo de ella, así como también su historia original.
Slash basado en el después de la trilogía, y será llevada de acuerdo a la historia original

Prefacio

Varios días después del arribo de Peeta al distrito doce, Katniss y él deciden vivir juntos en la casa de la Aldea de los Vencedores, donde una vez había vivido acompañada de su familia el rostro de la rebelión de los distritos, pero aquella familia se había desintegrado después de la guerra en contra del Capitolio, donde su madre se retiró a vivir al distrito cuatro, ya que la muerte de su hija menor la devastó por completo, rehusándose a volver al distrito doce.

Gale se había hecho capitán en el distrito dos, donde había decidido radicarse, aunque su madre añoraba volver al distrito doce, él se rehusaba a dejarle regresar, pero el tiempo le enseñó a Gale que el corazón y el alma de una persona no siempre está junto a ella, sino donde están sus recuerdos, sus anhelos y su gente, logrando que el joven militar accediera a que Hazelle volviera al distrito doce, donde Peeta, sin que Gale aún lo supiera, le había otorgado su casa en la Aldea de los Vencedores para que viviera junto a sus otros tres hijos.

Por otro lado, Haymitch sigue sumergido en el alcohol, aunque no como lo solía hacer antes de toda la rebelión, donde tan solo bebía para desconectarse de su cruda realidad, aquella que le mostraba que aunque él así lo quisiera, jamás podría separarse de Peeta y de Katniss, debiéndoles por el resto de lo que le quedara de vida, ser como un padre para ambos, aunque ellos siempre lo verían como su mentor y amigo.

Johanna Mason por su parte, ya no le quedaba nada en el distrito siete, tomando la decisión de enlistarse en el ejército, quienes lograron curarla de su fobia al agua al igual que sus temores, siendo una más de los soldados de Gale en el distrito dos.

Ya no habían fronteras, los distritos eran libres y sus ciudadanos podrían ir y venir libremente hacia otros distritos o al Capitolio y radicar sus vidas en cualquiera de ellos, pero Katniss tenía completamente prohibido abandonar el doce, aunque a ella eso no le preocupaba, ya que poco a poco el distrito que la vio nacer, logró levantar nuevamente sus cimientos, y la que un día había sido conocida como el Sinsajo, solo deseaba vivir una vida tranquila junto a Peeta, recordando siempre las palabras que Gale le había dicho a su compañero de cosecha la noche antes del final de la guerra.
“Ella elegirá a la persona con la que no puede sobrevivir sino esta a su lado”.

Lástima… ¿Acaso eso sentía Katniss por Peeta?... ¿Lástima? O su orgullo era tal que no la dejaría ver jamás la realidad de lo que en verdad podía llegar a ocurrir en su nueva relación, que su arrogancia y su seguridad la traicionaría, demostrándole que aquel juego de tenerlos a los dos le costaría de ahora en adelante un nuevo juego en su contra, uno que comenzaría Gale, el cual juró jamás pisar nuevamente el doce, pero ante el empeño de su madre por volver a aquel lugar, lo haría regresar con un anhelo a cuestas, demostrarle a Katniss que se había equivocado al elegir a Peeta, mostrándole que el joven panadero no la necesitaría a ella para sobrevivir, y que a él ya no le importaba en lo más mínimo su existencia.

Haría de Peeta un joven independiente, fuerte de espíritu y un ciudadano prometedor y poderoso, jurándose a sí mismo que lo conseguiría a cualquier precio, donde Johanna Mason, la joven tributo del distrito siete, le ayudaría en su fuerte promesa de hacer que Katniss Everdeen, jamás se olvidara de que si alguna vez voló alto como el sinsajo, había sido siempre por ayuda de quienes le rodearon fielmente y le siguieron hasta el final en sus equivocas ideas de lo que ella había creído correcto, arrastrando consigo no solo la vida de quienes la siguieron, sino también pisoteando el amor que le habían entregado Gale y Peeta, quienes serán los nuevos protagonistas de una historia que aún no se ha escrito.

El amor suele convertirse en odio, y este a su vez, se transforma en venganza, una que atrapará a ambos hombres en un juego de traición, intrigas, mentiras, odio, poder, donde así como una vez Gale llegó a amar a Katniss y lograr odiarle, así mismo el odio que alguna vez sintió el capitán Hawthorne por Peeta, a lo mejor, sea en este nuevo juego de venganza, un arma que se disparará en su contra.


Primera parte
La trampa
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En la aldea de los vencedores todo estaba como siempre, tranquilo, nada extraordinario ocurría, salvo por el arribo del tren y de varios aerodeslizadores con cargas de material de construcción, lo cual la presidenta Paylor enviaba mensualmente para la reconstrucción del distrito doce, donde los ciudadanos intentaban hacer de aquel lugar, un distrito nuevo, íntegro y productivo, mucho mejor que el de antes.
La mina aún se encontraba cerrada, donde varios trabajadores intentaban restaurar todo el sistema de la maquinaria y colocar los nuevos artilugios que el Capitolio había enviado para que los mineros ya no tuvieran que trabajar en situaciones deplorable, y más aún, resguardar la integridad de quienes esperaban ansiosos la apertura de la nueva mina.
Cada distrito había retomado su sistema productivo, uno a uno comenzaron a funcionar al máximo, donde los empleados iban gustosos a trabajar, al tener un pago digno y un sustento acorde a cada familia, y lo mejor de todo era que los distritos se podía comunicar entre ellos, logrando un mejor sustento para los ciudadanos de Panem, donde ya no habían restricciones de ningún tipo salvo uno.
Que todo aquel que volviese a hablar o a sugerir unos posibles Juegos del Hambre, sería encarcelado y ejecutado de inmediato, ya que Paylor había prometido jamás volver a cometer los errores de un gobierno nefasto como el del presidente Snow, al cual no solo le habían asesinado, su cuerpo fue desmembrado en trece partes, enviados cada uno a un distrito, donde fue incinerado y arrojado al centro de las plazas centrales, para que cada ciudadano de Panem, pudiese pisotear sus cenizas como Snow había logrado pisotear a cada uno de sus habitantes.
Gale era capitán del distrito dos, el distrito que había dado más problemas a la hora de conseguir aliados a la causa rebelde y el que ahora, era el mayor proveedor de soldados para el nuevo gobierno del Capitolio.
Johanna Mason era su cabo segundo, mano derecha y amante, ya que para nadie era un secreto que desde que Johanna había conocido a Gale en el distrito trece, la chica había quedado prendida del muchacho, aunque él, simplemente le seguía el juego, sin que sus sentimientos estuvieran de por medio.
El capitán Hawthorne del escuadrón 561, se comenzó a colocar las botas, sentado a orillas de la cama individual de Johanna, donde esta le miraba, recostada de medio lado, sosteniendo el peso de su cabeza en su mano izquierda, afianzando el codo sobre el colchón.
—¿Pensando nuevamente en la descerebrada? —soltó en un tono odioso, mirándole despectivamente, mientras intentaba mantener las sábanas sobre sus desnudos senos.
Gale giró el rostro para mirarle, dejando las botas a medio atar, contemplándole con aquel rostro inmutable, aquel que ella tanto odiaba y que no sabía cómo interpretar, respondiendo a su pregunta.
—Pensaba en mi madre. —Johanna por supuesto no le creyó, ella siempre imaginaba a Gale besándola mientras pensaba en Katniss, tomándola como lo había hecho justo esa tarde, pensando en su primer amor, la chica polémica, el joven rostro de la rebelión que había enloquecido al punto de asesinar a la autoproclamada presidenta Coin y así hacerse del poder o eso decían todos los noticieros, los encabezados de los periódicos, aquellos que habían comenzado a funcionar, en un mundo donde la democracia había vuelto y el derecho a la libertad de expresión se había hecho presente.
—Como si no te conociera. —La joven bufó por la nariz, recostándose de la cama.
—Piensa lo que quieras, Johanna… Igual no tengo por qué darte explicaciones, solo eres mi cabo segundo y quien calienta mi cama cuando lo deseo… nada más. —Gale se había vuelto frío, manipulador y un ser completamente despectivo, era el capitán más duro con sus soldados, aunque al mismo tiempo justo con cada uno de los integrantes de su escuadrón, pero no soportaba que Johanna se sintiera dueña de él tan solo por acostarse con ella.
Se levantó después de atarse las botas, y tomando su rifle de asalto, pretendió salir de la barraca de la chica, la cual soltó sentándose en la cama.
—Me dijeron que piensas volver al doce. —El aludido se giró sobre sus pies, mirándole displicentemente.
—No quiero hacerlo, sabes que prometí no volver.
—¿Y entonces por qué irás? —preguntó ella levantándose de la cama, donde sus sábanas cayeron al suelo, dejando su escultural cuerpo al descubierto.
—Mi madre está allí y pronto será el cumpleaños de Posy. —Sonrió al recordar a su hermanita menor, la única niña de la casa y la consentida de Gale y de su madre—. Me
perdí su último cumpleaños y no me perderé este, se lo he prometido. —Johanna se vistió rápidamente, sacudiendo su corto cabello, el cual caía en capas sobre su rostro.
—Pues iré contigo.
—No —respondió bruscamente el molesto hombre, acercándose a ella—. Deja de atosigarme, Johanna.
—No te estoy atosigando, Gale… simplemente odio saberte cerca de Katniss y que vuelvas a ser el mismo idiota enamorado que la protege a pesar de que ahora se revuelca con el pancito dulce de Peeta. —Gale rodó los ojos ante aquel comentario.
—Yo no siento nada por Katniss. —La joven sonrió, sentándose en la cama para colocarse las botas que hacían juego con su uniforme.
—A otro perro con ese hueso, niño. —El joven le miró frunciendo el ceño, exigiéndole que respetara su rango—. Como sea. —Se levantó después de haberse atado las trenzas—. Si en verdad ya no sientes nada por ella, demuéstramelo.
—No tengo que demostrarte nada. —Johanna sonrió, acercándose a su superior, rodeándole el cuello con ambos brazos.
—No, no tienes que demostrarme nada a mí, demuéstratelo a ti mismo. —El capitán le miró fijamente a los ojos, esperando a que culminara su alocución—. Demuéstrate que en verdad detestas a Katniss como siempre lo estás diciendo. —Gale apartó las manos de Johanna, intentado salir de la barraca, lo cual ella le impidió—. Quítale lo que ella más quiere. —Él se giró para verle, al percatarse de la mano de la chica sobre la puerta—. Ama saberse necesitada, Katniss siempre se hizo la mosquita muerta pero en el fondo siempre quiso toda la atención para ella, yo sabía que ella traería problemas y no me equivoqué.
—Ella trajo soluciones, Johanna. —La chica negó con la cabeza.
—No ves más allá de tus narices, Katniss siempre fue en contra de las leyes, tú muy bien me lo dijiste, se escabullía por debajo de la alambrada, rompían juntos todas las reglas impuestas por el Capitolio, ¿crees que en verdad ella era tan solo una víctima más? —La chica negó una vez más con la cabeza—. No te ciegues, Gale… Tú mismo me dijiste que sabías que ella se quedaría con Peeta, por ser quien más la necesitara. —Ella tenía razón, si algo sabía Gale era que Katniss preferiría al panadero por sobre él, a sabiendas de que el chico co-dependía de ella.
—¿Qué puedo hacer yo en contra de eso? —Johanna sonrió, acariciándole el rostro, soltándole seductoramente muy cerca del rostro.
—Hazte el mejor amigo de Peeta. —El joven soldado frunció el ceño, sin dejar de ver esos ojos pícaros y malignos de Johanna, donde aún se podía notar el odio que le tenía a Katniss—. Pasarás unos meses allá… ¿No? —Gale asintió acotando a sus palabras.
—Interrumpidos… sí. Debo volver cada vez que se requiera.
—Pues es más que suficiente para que tú logres hacerte amigo de Peeta. —Besó los labios de su capitán, relamiéndose lascivamente los labios.
—¿Con qué finalidad? —Ella se separó de él, dándole un cocotazo en la cabeza, lo cual hizo que Gale estuviese a punto de perder la caballerosidad, conteniéndose histriónicamente para no mandar a la chica al demonio.
—Piensa, Gale querido… No te hagas el idiota. —Caminó hacia su cama, arrojándose sobre esta, soltando en voz alta—. Tú mismo viste en la arena de juego cómo era ella quien cazaba, quien hacía todo para sobrevivir, mientras que Peeta simplemente acataba órdenes, se quedaba atrás a recolectar bayas. —La joven puso los ojos ensoñadores, a modo de burla, ante los actos poco masculinos de Peeta—. Mientras que ella brillaba en la arena. —Bufó por la nariz, incorporándose nuevamente de la cama.
—¿Y? —preguntó Gale, recostándose de la puerta.
—Pues si Peeta aprende a valerse por sí mismo, si el chico en verdad se siente útil e importante sin tener que ser visto tan solo como la pareja del “Sinsajo” —soltó aquella última palabra en un tono despectivo—, él a lo mejor la abandone y ella al verse sola de seguro recurrirá a ti y es allí cuando tú la despreciarás, si es cierto que ya no la amas, claro está… y la muy estúpida se quedará sola. —Todo aquello lo dijo acercándose a su capitán, con las manos sobre su cintura—. Ya ni su madre la quiere, de seguro la culpa por la muerte de Prim.
Gale no pudo dejar de mirar el odioso rostro de Johanna, la cual sin duda no sentía el más mínimo aprecio por la chica, donde había comprendido que todo aquel montaje en la arena de los últimos juegos, solo había sido por mutuo acuerdo entre alguno de los vencedores, Haymitch y Plutarch, para resguardar la vida de Katniss y Peeta a conveniencia de la rebelión que comenzaría el trece en contra del Capitolio.
—¿En que ayudará todo esto? —preguntó Gale, intentando conseguir un argumento válido a las palabras de Johanna y que no fuese tan solo un simple capricho de mujer dolida a causa de imaginarse que él, simplemente deseaba volver por Katniss, cuando en realidad lo que lo había mantenido alejado de aquel distrito era precisamente el volver a ver a la chica que había jugado no solo con sus sentimientos, sino también con su vida, ya que aunque él le había rogado que le disparara cuando había sido arrestado por los agentes de la paz, ella lo dejó vivir, sin pensar en las consecuencias de aquel acto, donde pudieron haber perdido la guerra y él, haber sido severamente torturado hasta la muerte.
—Ayudas a Peeta a salir de las sombras donde Katniss lo tiene… No sé tú, pero… —Se acercó a Gale nuevamente—... yo siempre vi a Peeta muy elocuente, muy centrado y creo que en el fondo Snow, lo que en verdad deseaba, más que matar a Katniss era desestabilizar a un posible contrincante por demás popular y amado por todo, por algo Coin lo prefería a él.
—Lo prefería porque era más fácil de dominar —respondió el capitán Hawthorne, fulminándola con la mirada.
—Eso fue lo que ella les quiso hacer creer, pero yo sé que ella vio algo más en Peeta, un hombre íntegro, responsable, el candidato perfecto para el doce, uno que por supuesto ella dominaría, pero… ya no podrá hacerlo. —Abrazó nuevamente a Gale, esta vez por su cintura—. Pero tú sí. —Gale alzó una ceja, sin comprender a qué pretendía jugar Johanna—. El capitán Gale Hawthorne, el consentido de la presidenta Paylor, puede manipular a Peeta a su conveniencia, y al mismo tiempo, vengarse de Katniss.
—¿Te estás escuchando? —preguntó Gale, intentando zafarse de Johanna.
—Esa no es la pregunta —acotó ella a las palabras del molesto muchacho—. La pregunta es… ¿Me has escuchado tú?... ¿Has comprendido lo que te he explicado o tengo que hacerte un mapa mental? —Pero Gale no deseaba seguir escuchando las atrocidades de aquella mujer y muchos menos intoxicarse del veneno que ella quería introducir en su mente en contra de Katniss, soltándose al fin de los brazos de ella, abandonando la barraca de la chica, la cual simplemente se quedó mirando como su superior se marchó a toda velocidad, sin deseo alguno de responder a sus preguntas.
—No hace falta que respondas, Gale… Tu sentido común y tu “supuesto” odio por Katniss, te harán tomar la decisión más acertada. —Johanna sonrió, y aunque no tenía la certeza de que Gale lo haría, en su interior se encontraba más que satisfecha al
haber logrado envenenar a su amado capitán en contra de la descerebrada, como ella le decía a Katniss.
Gale se alejó lo más que pudo de aquel lugar, intentando perderse en lo alto de una de las torres de vigilancia, deteniendo el ascensor que lo había subido a gran velocidad, saliendo rápidamente de la enorme jaula de acero que le recordó a la que día tras día lo había llevado a lo más profundo de las minas de carbón, sintiéndose incómodo en aquel artilugio, suspirando para controlar su repentino mal humor.
—Maldita mujer —soltó el enajenado soldado, recostándose de una de las barandas de la enorme torre de metal, mirando al horizonte—. ¿Cómo puedes tener tanto veneno dentro al punto de logras intoxicarme con tu odio? —Golpeó una de las vigas con la mano, sintiendo que el dolor aminoraba su rabia.
“Hacerme amigo de Peeta”, pensó el incómodo y perturbado hombre, sin dejar de mirar al horizonte, recordando las pocas veces en las que había visto al muchacho, ya que las negociaciones que Gale había hecho a cambio de pan, las había ejecutado con el padre de Peeta, pero con él jamás entabló conversación alguna en el colegio, y mucho menos habían intentado tener una relación amistosa después de la guerra, donde más que amistad, era simple trato hostil para con el muchacho.
—Ya no pienses más en esto —se dijo a sí mismo recordando a su hermana—. Solo irás por Posy, por su cumpleaños y para pasar tiempo con tus hermanos y tu madre, nada más. —Y tratando de calmar su rabia, imaginó a su madre, intentando hacer un pastel de cumpleaños, aunque ella jamás había tenido en su vida la oportunidad ni los materiales para realizar uno, imaginando que ahora que él le enviaba los suministros suficientes a la mujer que le había dado la vida, esta intentaría hacer con aquello algo que a su hermana le agradara.

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