Capítulo 17
Entre el odio y el dolor
A
ojos de Jacob
Divisaba a lo lejos las luces de mi casa, incluso
habían más luces que de costumbre, unas azules y otras rojas que titilaban
insistentemente, indicándome que de seguro Billy había llamado a la policía y
que Charlie se encontraba acá.
Seguí empujando la motocicleta sin ganas de llegar,
aunque muy cansado, todo el cuerpo me temblaba, sin saber si era por la
caminata en sí o si el dolor en mi cuerpo era a causa de no poder asimilar aún
lo que había sucedido.
Al salir de entre los árboles, Sam fue el primero en
darse cuenta de mi presencia, acercándose a mí al trote, tomando la
motocicleta, observando cómo me desplomaba en el suelo.
—Jacob. —Escuché decir a mi padre, tratando de empujar
la silla en aquel camino rocoso y hojas secas, mientras Sam dejó a un lado la
moto, tomándome por el brazo, montándole sobre sus hombros y aferrándome por la
cintura, levantándome del suelo. Charlie le imitó, colocándose del otro lado.
—Ya, ya… estoy bien… —les informé a ambos, aunque mis
trastabilleos dijeron lo contrario.
—¿Hijo, dónde andabas?... ¿Qué te pasó?... —preguntó
mi padre actuando de un modo preocupado, contemplando que no traía camisa y
estaba descalzo, fulminándole con la mirada, sin ánimo alguno de querer
responderle, dejando que me llevaran hasta la casa.
Harry me observó desde su camioneta, dándome a
entender con aquella mirada que él sabía la verdad sobre mi metamorfosis. Le
volteé los ojos, adentrándome a la casa, desplomándome en el mueble de la sala.
Charlie se sentó en la mesa frente a mí, observándome
detenidamente.
—¿Te sientes bien? —preguntó el policía, mientras Sam
se cruzó de brazos, observándome las fachas, asintiéndole sin decir nada.
—Tienes fiebre, Jacob —alegó Sam mientras Charlie
asentía a su acotación.
—Sí, sí… yo también me di cuenta de su temperatura
corporal —argumentó Charlie a lo que Sam había notificado.
—A lo mejor me resfrié… es tarde y pues sin camisa de
seguro es un simple resfriado—mentí, tratando de cubrir ese punto, justo cuando
mi padre entró a la casa ayudado por Harry.
—Yo lo cuidaré —soltó Billy, a lo que simplemente
traté de ignorar.
—Bien… —dijo Charlie— ¿Puedo preguntar por qué te
encuentras en esas fachas? —Todos me miraron esperando mi respuesta, hasta que
solté con voz cansada.
—Tuve un accidente en la motocicleta… no me golpeé…
pero la moto fue la que más sufrió… traté de arreglarla y terminé ensuciándome
la camisa con la gasolina y el aceite. —No supe de dónde me salió tanta mentira
junta, creo que lo había aprendido de mi padre, el cual sonrió complacido al
ver cómo me las ingeniaba para mentirle a Charlie.
—Entiendo —dijo el policía observándome los pies.
—Y pues tratando de frenar con los pies, ya que los
frenos no respondían, destrocé por completo mis tenis. —Charlie observabó a Sam
y luego a Billy levantándose de la mesa.
—Bueno… me alegra que no haya pasado a mayores… me
gustaría igualmente que un médico te viera… lástima que mi amigo Carlisle
decidió irse de Forks. —El dolor en mi pecho volvió, al escuchar el nombre del
doctor Cullen.
—No, no… no te preocupes, Charlie… ya has hecho
bastante —acotó
mi padre rápidamente, mientras Sam preguntó, observando a Charlie y luego a mí.
—¿El doctor Cullen se fue de Forks? —Charlie asintió.
—Así es… es lamentable… uno de los mejores médicos que
hemos tenido… ha sido muy amable con mi hija en dos ocasiones… pero en fin.
Charlie caminó hacia mi padre después de estrechar la
mano de Sam y despedirse de mí, observando cómo él, Harry y Billy salieron de
la casa, mientras Sam se sentó a mi lado.
—¿Tú lo sabías? —preguntó él, haciéndome el desentendido
—¿Qué cosa? —Sam me miró fijamente, preguntando en un
tono serio.
—¿Que el doctor Cullen se había ido de Forks? —Asentí
tratando de levantarme del sofá, comenzando a caminar hacia mi habitación, ya
que lo que más quería en ese momento era no hablar de eso y menos con él.
—¿Por qué? —preguntó Sam nuevamente, encogiéndome de
hombros, abriendo la puerta de mi habitación y girándome para verle.
—Mira Sam… he tenido un día de perros —Y en eso no
mentía—, y lo que menos deseo es hablar de los Cullen, así que hablamos luego…
¿Te parece? —Iba a cerrarle la puerta en la cara, cuando este la detuvo,
preguntándome apremiante.
—¿Solo el doctor se fue? —Lo miré fijamente, sintiendo
como comenzaron a inundárseme los ojos a punto de estallar en llanto,
respondiéndole rápidamente.
—Todos los Cullen se fueron de Forks. —Y dicho esto,
cerré la puerta con fuerza, pasándole cerrojo y tirándome en el suelo, llorando
descontroladamente como un niño al que le quitaron su juguete favorito.
Jamás me había sentido así por nadie en mi vida… jamás
me había importado tanto alguien como para sentir que el alma se me iba en cada
lágrima.
Tomé la cadena, la cual sentí que me quemaba en el
pecho, arrancándola violentamente, lanzándola hacia uno de los rincones de la
habitación.
—Te odio… te odio… te odio, maldito… te odio —repetí
una y otra vez entre llantos, escuchando como la silla de rueda se acercó a mi
habitación, donde pude escuchar el intento de mi padre de abrir la puerta.
—¿Jacob?
—Déjame en paz… déjame solo… quiero estar solo
demonios… —grité completamente histérico, sin dejar de llorar, percibiendo como
la silla de rueda comenzó a alejarse de la puerta.
Me levanté como pude, y tirándome sobre la cama,
comencé a quedarme dormido entre el llanto y la frustración.
~°~°~°~°~°~°~ A la mañana siguiente
~°~°~°~°~°~°~
Dos golpes sobre la puerta de mi habitación, hicieron
que pegara un brinco sobre la cama, abriendo mis ojos, sintiendo la luz del día
golpearme las pupilas, convirtiéndome en un mohín entre las sábanas, tapándome
la cara.
—Jacob, cariño… Levántate a comer. —La voz de la
señora Clearwater me invitó muy amablemente a desayunar, suspirando hondo,
intentando no tratarle a las patadas como deseaba hacerlo a todo el mundo.
—No tengo hambre. —Se escuchó la voz de mi padre
decirle que me dejara tranquilo, suspirando aliviado, pero al recordar todo lo
sucedido el día anterior, volvió a mi pecho aquel golpe de dolor y rabia,
indicativo de que algo faltaba y me faltaría en el transcurso de los días y que
no se iría de mí tan fácilmente.
Me levanté casi atontado, aún con las sábanas encima,
colocándome enfrente de la ventana, observando al horizonte, para luego voltear
a ver el despertador de la mesa, el cual marcaban las doce y media del
mediodía.
Suspiré nuevamente intentando que aquella herida en mi
corazón no doliera, pero se me hacía imposible, volviendo a recordar el momento
en el que “él” me soltaba que me
amaba, sacudiendo las sábanas, arrojándolas al suelo.
—Bonita forma de amar la tuya. —Pateé la mesa de
noche, logrando que el despertador cayera sobre mi pie, haciéndome brincar de
dolor.
—Auch… maldición. —Me senté sobre la cama, observando
como la pequeña herida en mi dedo gordo sanaba, mientras volvían a tocar a la
puerta.
—¿Jacob? —La voz de Sam me hizo bufar por la nariz.
—Maldita sea… ¿En qué idioma debo decir que quiero
estar solo?
—Sabes que necesitamos hablar. —Me arrojé sobre la
cama frustrado… me lo pensé por unos segundos mientras el chico hablaba y hablaba
detrás de la puerta, hasta que me levanté abriéndola bruscamente.
Sam entró rápidamente, dándole una desdeñosa mirada a
mi padre y a la mamá de Leah, los cuales conversaban en la sala.
Cerré la puerta, y recostándome de esta, contemplé a
Sam, el cual me observó sentado desde la cama.
—¿Me vas a contar a mí qué fue lo que en realidad
sucedió anoche?
Supe que algo así me preguntaría, así que caminado
hacia él, le solté irónicamente.
—Pues Quil tenía razón… Alice y yo éramos amantes…
Jasper se peleó conmigo y me dejó en esas fachas, destrozándome la moto de la
rabia… Así que decidieron irse de Forks para ver si podían recuperar su
matrimonio y su familia de nuevo lejos de mí —Sam me miró ceñudo, sentándome en
la cama—. ¿Qué?... es cierto —afirmé, tratando de sonar normal a lo que Sam
preguntó rápidamente.
—¿Y por qué Jasper el día de tu cumpleaños tenía cara
de querer asesinar a Bella? —Me recosté de la cama, contestando casi al
instante.
—Pues, porque Bella era la que nos prestaba su casa
para vernos. —Traté de no reír ante aquel montón de mentiras, mientras él
suspiró, observando cada uno de mis movimientos.
—¿Puedo saber qué te sucede? —Sam se levantó, y
tomándome del brazo, hizo que me levantara de golpe.
—Mi suegro me ha estado contando historias raras sobre
los Quileutes y el don de la trasmutación y no sé cuantas babosadas más —Tragué
grueso y le miré fijamente sin decir nada, sintiendo como soltó lentamente mi
brazo, alegando mientras caminaba hacia la ventan—. Dijo que el descendiente
directo de Taha Akki tenía todas las respuestas.
Me quedé parado en mi puesto sin saber qué decir…
sabía muy bien quién era el descendiente directo del gran jefe de la tribu de
los Quileutes.
—¿Y qué crees que puedo saber yo, más que las mismas
leyendas que tú conoces? —Sam se quedó por unos instantes en silencio,
volteándose lentamente, argumentando sin miramientos.
—También nos hablo sobre los fríos. —La careta que
intenté sostener todo este tiempo, estaba a punto de caerse al suelo.
Tragué grueso de nuevo, sentándome en la cama,
buscando mis otros tenis debajo de la cama, mientras él volvió a sentarse a mi
lado, mirándome fijamente.
“Estos malditos viejos no me
van a hacer esto a mí”,
pensé completamente irritado. “Perdí a
los Cullen y a Edward para no tener que hacer esto y ahora ¿ellos mismos lo
están provocando?”, negué con la cabeza, calzándome los zapatos.
—Tú sabes algo que no me quieres decir, ¿cierto? —Me
levanté, tomando una camiseta, mientras Sam caminó tras de mí, esperando una
respuesta, saliendo ambos de la habitación.
—Tomaré tu camioneta, Billy. —Tomé las llaves, sin
esperar su consentimiento, salí por la puerta como alma que lleva el diablo.
—Jacob… Jacob, ¿por qué no me respondes? —preguntó
Sam, intentando detenerme al aferrarme por el brazo, sacudiéndome su agarre sin
intención alguna de responderle, tratando de ponerme la camiseta.
Encendí la camioneta y piqué caucho al arrancarla
bruscamente.
“Maldito viejo inmundo, no
vas a venir a hacerme esto justo ahora… ellos renunciaron a mí por mis hermanos
Quileutes y ahora tú, ¿quieres destapar la olla podrida?”.
Cambié la velocidad a cada tanto de manera brusca,
haciendo que la camioneta corcoveara de golpe.
Viré hacia uno de los caminos de tierra, adentrándome
en el bosque hasta llegar a la casa de los Clearwater, frenando bruscamente,
observando a Harry salir de la casa.
—¿Qué pretendes al meterle ideas en la cabeza a Sam
sobre los fríos? —le espeté al borde de la histeria, saliendo de la camioneta,
observando hacia el interior de la casa, mientras él respondía muy
calmadamente.
—Tranquilo… no hay nadie. —Me alegré ante eso,
volviendo a enfocar la mirada en el padre de Leah.
—Ya los Cullen se fueron… ¿por qué demonios buscan
despertar los genes de los muchachos?... Para empezar ellos no eran ningún
problema… Sabían comportarse y no mataban seres humanos y ya que no están… No
veo el porqué de tus malditas historias sobre la transmutación o metamorfosis
de los Quileutes. —El anciano me observó muy tranquilo, caminando hacia la
camioneta, recostándose de esta, cruzándose de brazos.
—Queda una de ellos acá. —Aquello me dejó sin saber
qué decir, pensando que podría ser Alice, preguntándole rápidamente.
—¿Una Cullen? —Pero él negó con la cabeza.
—No es del Clan de “tus
amigos”… La hemos visto cazar cerca de acá… va y viene y es descarada al
matar personas donde le plazca.
“Victoria”, pensé rápidamente, imaginado que ella
seguía en su afán por convertirme en su pareja.
—Las armas y la policía creo que no son de mucha ayuda
en contra de ella… y menos si se decide a convertir a otros en chupa sangres.
—Me mordí el labio inferior, escuchando la camioneta de Sam acercarse a la
casa.
—Yo puedo con ella, Harry —espeté rápidamente, y antes
de que Sam se nos uniera, le susurré casi inaudible—, así que déjamelo todo a
mí, por favor… tu hija está a punto de casarse con Sam, así que libérala de
tener que cargar con esto. —Abrí la puerta de la camioneta para irme, pero
justo en ese momento, Sam me tomó del brazo, volteándome con fuerza.
—¿Por qué te empeñas en no hacerme participe de esto,
Jacob? —Le sacudí la mano bruscamente, soltándole de mala gana.
—No lo hago por ti, Sam… lo hago por Leah.
—Pues si lo haces por Leah vas por mal camino...
—respondió Harry argumentando a sus propias palabras—… ¿Te imaginas que esa
chupa sangre ataque a Leah y que Sam no pueda defenderla? —Bufé por la nariz,
cerrando la puerta de la camioneta de mala gana.
—Perdí a mi mejor amigo por culpa de esto, Harry… no
me hagas hacerlo ahora, por favor.
—¿Te duele más el haber perdido a tu “amiguito” chupa sangre que proteger a
los tuyos? —acotó el viejo, sin ningún indicio de querer detenerse mientras Sam
se le desorbitaron los ojos de sus cuencas.
—Así que eso fue lo que sucedió con Bella, ¿no es
así?... ¿Los Cullen también son chupa sangres?
—Basta… —grité empujando a Sam para que me dejara ir—…
No voy a ser partícipe de esto. —Pero Sam volvió a tomarme bruscamente por el
hombro, girándome de mala gana, empujándome contra la camioneta, comenzando a
sentir en la mano que mantuvo apoyaba sobre mí, que su temperatura aumentó
considerablemente.
Harry comenzó a alejarse de nosotros, sonriendo
victorioso mientras yo posaba mi mano en el pecho de Sam.
—Contrólate, por favor… —Pero el chico siguió
temblando incontrolablemente, aumentando aún más su temperatura.
—Jacob… ya es inevitable. —Y al Harry decir aquello,
Sam comenzó a temblar, como si tuviese un ataque epiléptico, arrojándose en el
suelo, completamente descontrolado.
—Está sufriendo, Jacob… ayúdale. —Sam me miró
aterrado… Sus ojos habían cambiado de café a negros intensos, suspirando con
total resignación, y quitándome la ropa, entré en fase rápidamente y casi al
instante, el chico Uley dejó de sufrir la metamorfosis.
“Sam… Sam mírame”, le dije mentalmente al chico, el cual se
encontraba aturdido, intentando incorporarse en sus cuatro extremidades,
mirándome mientras trataba de hablar, pero solo rugidos y alaridos fue lo que
salió de su hocico.
“Sam… concéntrate en lo que
me quieres decir… así podemos hablar”.
Harry se acercó poco a poco, contemplando el majestuoso
lobo negro en el que Sam se había convertido.
“¿Jacob’” —soltó Sam casi intangible.
“Aquí estoy… cálmate… ¿ya
estas feliz, no?”,
pregunté casi reprochándole todo aquello.
“Es grandioso”, alegó el chico, rugiendo con fuerza,
haciéndome sonreír, negando con la cabeza, mientras comenzó a correr, saliendo
tras de él casi al segundo.
“Ve con calma, ¿quieres?”.
Comencé a percatarme de algo y eso hizo que comenzara
a retroceder. Él podría llegar a ver mis sentimientos por Edward, así que corrí
de vuelta a la casa de Harry, saliendo de fase, tomando mi ropa, observando a
Harry salir de nuevo de la casa.
—Ya estas feliz, ¿no? —Harry me miró serio.
—¿Por qué le has dejado solo?
—Pues no pretendo ser la niñera del nuevo perro
guardián, así que creo que estará bien… Ahora es tu responsabilidad, y creo que
entre Sam y yo es más que suficiente —le espeté, subiendo a la camioneta, y
arrancándole violentamente, salí de la casa de los Clearwater, comenzando a
llorar de nuevo, golpeando el volante.
—No valió de nada lo que hiciste, Edward… no sirvió
que te alejaras de mí. —Me pegué la cabeza en contra del volante, perdiendo el
control del auto, intentando maniobrar en una de las curvas, observando la
silueta de alguien que me pareció conocido, derrapando sobre el terreno rocoso
para no llevármelo por delante, y al voltear, este se desvaneció como si fuese
tan solo una visión.
No supe si me estaba volviendo loco o eran los
sentimientos encontrados, pero habría juraría que aquella visión tenía su
rostro.
—¿Edward? —Me quedé por unos segundos intentando
asimilar aquello y luego negué con la cabeza riéndome como idiota—
Definitivamente te estás volviendo loco, Jacob.
Encendí
de nuevo la camioneta, la cual se había apagado ante el derrape y el frenazo
brusco, pensando si ir o no a mi casa, mirando por el retrovisor hacia el lugar
donde creí haber visto casi de manera corpórea a Edward Cullen.
Oh Dios, ahora están "super" alejados...
ResponderEliminarEse momento en el que te das cuenta de tus verdaderos sentimientos , pero también que ya valió mie*** . Aún se puede :D
disculpa no comentar en capitulo anterior pero es que estuvo... Gracias a Dios y ya habías dado la continuación, en serio ese pedazo en el que Edward le abraza y le dice que lo ama <3 fue super bello y triste, fue tan repentino. En serio ya me había mentalizado que él nunca se le confesaría y que lo saques así de pronto me sorprendió en el buen sentido.
Gracias por el capitulo, me ha gustado el rumbo que tomo la historia sobre a los Quileutes :) la reacción de Sam estuvo de lo mejor, no sé pero él me parece un buen líder (según la historia original).
Ojala y aclaren las cosas no solo Edward y Jake, sino todos con todos :P- By Mahö