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sábado, 27 de junio de 2015

Fanfic "Crepúsculo de dos mundos" - Capítulo 10

NOTA: Los personajes usados para este FANFIC son propiedad de Stephenie Meyer... Y solo de ella... Así como también su historia original.



Capítulo 10
En la casa Cullen
A ojos de Edward

Me encontraba en el aparcadero esperando a que el equipo de básquet terminara las prácticas de ese día. Mantuve el reproductor encendido mientras intentaba no ser tan impaciente… aunque se me hacía imposible, contemplando a cada tanto el reloj, esperando a que llegara mientras observaba como Jessica se acercó a mí.
—Hola Ed.… —saludó ella, a lo que intentando ser amable, respondí.
—Hola Jess… —Ella sonrió tontamente, recostándose en el Volvo a mi lado, alegó.
—Bien, bien… —respondió la chica como si yo le hubiese preguntado cómo se encontraba, ignorando aquello, mientras seguí tarareando la canción.
—¿Sabes?... —Comenzó a decir ella, pero yo ya había leído todo en su mente; la chica deseaba invitarme al baile de fin de año apenas en octubre.
—Soy la presidenta del salón y pues... la organizadora del baile de este año y… —Volvió a reír como tonta, a lo que yo le respondí al ver que Jacob salía del colegio junto a Emmett.

—Aaammm… Jessica, este… lo siento, pero ya tengo pareja para el baile —Mentí por supuesto, observando cómo me miraba con ganas de matarme, maldiciéndome muy dentro de sí misma mientras yo me incorporaba para abrir la puerta de mi auto—. Bye Jessi…
Fue lo único que le dije, entrando al auto, mientras la chica salió como alma que lleva el diablo, maldiciendo y llevándose por delante a Jacob, el cual la miró extrañado.
—¿Irás a casa en el auto de Edward? —preguntó Emmett, a lo que Jacob asintió, dándose ambos varios puñetazos de manera juguetona, separándose mientras Emmett tomó su jeep y Jacob entraba en mi auto.
—¿Y desde cuándo se llevan bien? —pregunté rápidamente, a lo que él respondió
—Desde que dejó de hacerse el señor “meto todas las canastas y sin ver”.
Me reí ante aquello… sin duda Jacob era el rey del sarcasmo, pero más que incomodarme su idea del humor, o mejor dicho el humor que él usaba, era sin duda el que yo compartía, negro y muy malvado.
—Me alegro que ya no se odien. —Él asintió, lanzando su mochila hacia la parte trasera del auto, como si ya se sintiese a gusto en mi auto y ¿la verdad? aquello me agradaba.
Salimos del aparcadero rumbo a la casa, mientras que Emmett comenzó a molestar con sus pensamientos.
“¿Una carrera?”
Preguntó mi hermano mentalmente, haciéndole cambio de luces, negándome a ello.
—¿Qué sucede? —preguntó Jacob observando los cambios de luz, respondiéndole al muchacho.
—Emmett desea una carrera de autos. —A lo que Jacob respondió por demás divertido.
—Bien… adelante. —Volteé a verlo de mala manera.
—No —respondí molesto.
—Oh vamos, hombre, no seas aguafiestas. —Pero yo seguí serio sin decir nada, conduciendo, intentando estar tranquilo, mientras observaba como el Jeep se movió de un lado a otro de la carretera, incitándome.
—Detén el auto —Volteé a verle nuevamente a lo que Jacob volvió a decir en un tono serio—. Detén el auto, Edward.
Le hice cambio de luz a Emmett, indicándole que me detendría, observando cómo fue aminorando la velocidad, mientras me detenía y el jeep aparcaba a nuestras espaldas.
—¿Estás molesto? —pregunté observándolo fijamente, temiendo su respuesta, ya que no deseaba incomodarlo y mucho menos ahora que iría a casa.
—No estoy molesto, solo que a veces… en serio, Edward… pareces una vieja amargada.
El chico salió del auto, imitándole mientras que Emmett se acercaba a nosotros.
—¿Sucede algo? —preguntó mi hermano, a lo que Jacob respondió
—¿Quieres una carrera? —Emmett asintió por demás encantado— Pues tendrás una, pero entre tú y yo —respondió Jacob, a lo que yo rápidamente contesté.
—No —Ambos chicos me miraron y luego se observaron mutuamente, soltando una carcajada al unísono palmeándose y golpeándose el uno contra el otro por demás divertidos—. ¡Qué bien! —Fue lo único que alegué ante las carcajadas de ese par.
—Yo no te estoy pidiendo permiso, Edward, le estoy informando a Emmett que tendrá su carrera, pero como veo que no me prestaras tu auto para eso… pues en lo que me entreguen mi motocicleta tendremos la carrera… ¿Vale?
Respondió el chico, observando a Emmett, el cual asintió, mirándoles de mala gana, ya que aquello sin duda era aun más peligroso, así que me lo pensé por unos segundos, imaginando que si nos volcábamos en el auto era menos peligros que si se volcaba en una motocicleta, así que solté completamente derrotado.
—Está bien —Ambos chicos me observaron, acercándome a Jacob para entregarle mis llaves— Ten, prefiero que tengamos un accidente en un auto a que lo tengas en una motocicleta. —A lo que el aludido respondió.
—Woow… vaya… gracias por la confianza, ¿tan mal conductor me crees? —preguntó el joven metamorfo, encaminándose hacia la puerta del piloto, mirando ceñudo a Emmett, el cual sonrió con malicia, palmeándome en el hombro.
“Esta me las pagas”
Pensé mal humorado, pero al entrar en el auto, esta vez en el asiento del copiloto, intenté mantener mi rostro tranquilo.
—No pienso que seas mal conductor, Jacob, es solo que… —El joven me interrumpió, apremiante.
—Es solo que temes que le pase algo a tu lindo y costoso auto, ¿no?... tranquilo, Edward, prometo no estrellarlo. —El chico una vez más se había vuelto a equivocar, ya que lo menos que me importaba era si el auto resultaba dañado o no.
—Por Dios, Jacob… ¿crees que es lo que me importa?
—Pues así parece, Ed respondió el chico, volteando a verme molesto.
—Pues te equivocas, no quiero que te hagas daño… yo soy inmortal, pero ¿tú?... tú…—Me volvió a interrumpir, posando su mano en mi hombro.
—Yo no soy de cristal, Edward… tranquilo… créeme, soy más resistente de lo que crees. —Fue su respuesta, sonriendo dulcemente, lo cual fue suficiente para calmarme y dejar de arruinarle el momento.
—¿Listo? —gritó Emmett desde el Jeep, a lo que Jacob, sacando la mano por la ventanilla, alzó su pulgar a modo de asentir ante su pregunta, escuchando como Emmett encendió su auto y Jacob a su vez encendía el Volvo, haciéndolo rugir como nunca yo lo había hecho antes.
Ambos arrancaron el auto al mismo tiempo, tomando Jacob la delantera en la autopista.
—Avísame donde debo cruzar hasta tu casa. —Le asentí, volteando a ver a Emmett, quien intentó rebasarlo, pero Jacob movió de un lado a otro el auto, obstruyéndole el paso.
—Emmett está molesto —le informé a Jacob, alentándolo, notificándole rápidamente—. En el próximo sendero viras a la derecha. —Y así lo hizo, virando el vehículo como todo un experto del volante, controlando el auto de una manera impecable, observándole fijamente, sin duda se estaba divirtiendo, donde pude notar que observó a cada tanto por el retrovisor.
—Dime lo que piensa tu hermano pidió el chico cambiando de velocidad y acelerando nuevamente.
—Piensa que eres mejor conductor que yo. —Jacob sonrió y respondió.
—Pues no se equivoca alegó observando dos senderos al frente— ¿Por dónde, Ed? —preguntó el muchacho rápidamente.
—A la izquierda. —El chico derrapó a punto de tomar el de la derecha, cambiando rápidamente de vía mientras Emmett tomaba el otro camino.
—¿Por qué se va por allá? —preguntó observándome ceñudo, a lo que respondí, ordenándole abruptamente.
—¡FRENA! —El joven lobo frenó bruscamente, justo cuando el Jeep salió de un costado a punto de golpear el Volvo, levantando suficiente polvo ante el derrape, pero Jacob fue lo suficientemente rápido para cambiar de velocidad, arrancando de nuevo el auto detrás del Jeep, que ahora era quien llevaba la delantera.
—Gracias por decirme lo que pensaba hacer el demente de tu hermano me espetó el chico de mala manera, a lo que respondí, apremiante.
—Pues pensé que no querías ayuda… ¿Eres orgulloso, no? —A lo que respondió, cambiando de nuevo de velocidad.
—Sí, pero también soy mal perdedor. —Sonreí ante aquello, pero la sonrisa se me borró por completo al ver lo que intentaba, introduciéndose por entre los árboles, tratando de rebasarlo.
—¡Jacob! —le llamé intentando hacerle entrar en razón, pero el chico no aminoró la velocidad, esquivando los árboles, retomando de golpe el sendero, esta vez delante del Jeep, el cual casi pierde el control ante la sorpresa, llegando juntos a la casa.
Rosalie esperaba en las afueras de la lujosa casa, Jacob pisó el freno de golpe, quedando a escasos centímetros de ella, quien le miró como si quisiera asesinarlo al mismo tiempo que Emmett derrapaba al lado del auto.
—¡Sí!… jajaja… ¡gané! —alegó el chico con una amplia sonrisa, saliendo del auto, caminado hacia donde se encontraba Emmett, pero Rosalie le obstruyó el paso. Salí del auto y rápidamente me coloqué cerca de ambos, mientras que los pensamientos de Rosalie comenzaron a molestarme.
—¿Qué te sucede? —preguntó Jacob de mala gana, a lo que Rosalie respondió.
—¿Te parece divertido? —Jacob bufó por la nariz mientras que Emmett intentó calmar a Rosalie, acariciándole el hombro.
—Pues sí, la verdad me divertí bastante —le respondió mientras me entregaba las llaves, observando a Rosalie de manera retadora.
—Te parece divertido arriesgar así tu vida y de paso, ¿arriesgar la tranquilidad de mi familia? —El chico la miró sin comprender, pero yo sabía muy bien a qué se refería.
—Rosalie, basta le pedí con el ceño fruncido, pero ella prosiguió como si nada.
—Te parece muy divertido que por tu imprudencia hayas tenido un accidente, derramando toda esa sangre que enloquecería a ambos hermanos y terminarían matándose entre sí por ver quién te devora primero. —Observé el rostro de Jacob, el cual se descompuso en segundos al imaginarse aquella escena.
—Dije que basta, Rosalie. —Justo en ese momento Carlisle y Esme salieron de la casa.
—¿Rosie?... ¿Son esas las maneras de tratar a nuestro invitado?
La voz dulce de Esme hizo que la rubia se calmara, y tomando la mano de Emmett, se alejó rumbo a la casa mientras que Carlisle se acercó lentamente hacia nosotros..
—Yo, lo siento mucho… la rubia tiene razón, no pensé en eso. —Se disculpó el chico aún con el rostro descompuesto, a lo que Carlisle respondió.
—Tranquilo, Jacob… de seguro mi hijo no hubiese dejado que eso sucediera, ¿cierto, Edward? —Asentí, comenzando a caminar hacia la casa, intentando no ver a ninguno de los presentes a los ojos. No sabía porqué, pero presentía que cada uno en esta casa se hacía sus propias suposiciones ante nuestra temprana amistad.
Todos entraron a la casa mientras Carlisle le preguntaba a Jacob.
—Y dime algo, Jacob… ¿Cómo se encuentra tu padre? —El chico tornó el rostro serio, respondiéndole a mi padre.
—¿Pues la verdad?… viejo y lisiado a diferencia de la última vez que se vieron, supongo yo. —Volteé a verle, ya que eso lo había dicho en un tono molesto, así que me acerque a él, preguntándole algo consternado.
—Si te sientes incómodo, podemos irnos. —Pero el joven negó con la cabeza, sonriéndome mientras me palmeaba el hombro.
—Tranquilo —dijo el chico, tomando asiento al frente de Carlisle— Lo siento, es que estamos peleados… al parecer me ha ocultado cosas que no debió. —Carlisle le sonrió muy amablemente, respondiendo a sus palabras.
—¿Imagino que te refieres a las leyendas Quileutes? —El chico asintió,
—Una leyenda que usted muy bien sabe que no es solamente una leyenda, y que al parecer, tampoco se la ha contado a Edward, ¿cierto? —Volteé a ver a Carlisle sonriéndole.
“Como si él pudiese ocultarme algo”, pensé mientras él me sonreía de lo más de tranquilo.
—Pues mi querido Jacob yo también pensé que eran leyendas, jamás vi a tu padre transformarse en lobo… y la leyenda dice que los Quileutes usaban a los lobos reales como medios. —Jacob le miró asombrado de ver lo bien informado que mi padre se encontraba.
—Así es —respondió el chico y prosiguió.
—Los Quileutes solo usaban a los lobos como medio para trasportar su alma a la del animal y así luchar en contra de… de los vampiros. —Carlisle asintió y argumentó.
—Y luego según las leyendas que fueron pasando de generación en generación… los herederos iban teniendo el mismo don… de trasmutar hasta que… —Pero Jacob le interrumpió como lo solía hacerlo conmigo.
—Hasta que uno de los jefes de la tribu fue traicionado y quemaron su cuerpo para que nunca más retomara su cuerpo humano, pero ante la desesperación de este jefe al ver tanta traición y codicia de algunos de la tribu, fusionó su alma con la del lobo haciéndose uno solo, —Carlisle asintió mientras que yo me encontraba fascinado ante aquella historia.
—Sí, siempre creí que solo era eso… cuentos de hadas.
—Pues yo también lo creí, Jacob —soltó mi padre argumentando—. Pero al parecer el heredero del linaje Black… o sea tú… has heredado ese don.
—¡O a lo mejor es más bien una maldición! —soltó mi madre entrando en la sala con una bandeja en las manos haciendo que todos volteáramos a verle.
—Jajaja… ¿la verdad? Me fascina ser lo que soy, Señora Cullen, así que no lo veo como una maldición —le respondió Jacob, a lo que ella, posando la bandeja en frente de él con una sonrisa, le sugirió.
—Esme, dime Esme, querido. —Él asintió, tomando la hamburguesa que mi madre le ofrecía con patatas y una gran malteada, pensando que sin duda mi madre se había ganado el aprecio de Jacob con semejante recibimiento.
—¿Te duele? —preguntó Esme, sentándose al lado de Carlisle.
—¿Qué cosa?... ¿la metamorfosis? —preguntó el aludido, a lo que Esme asintió.
—¡No, para nada!… al principio era incómodo, pero ¿la verdad?... solo molesta el tronar de los huesos ante el cambio al principio, después se hace soportable. —Esme hizo un gesto de dolor, a lo que yo sonreí y Carlisle le abrazaba.
—Ya está acostumbrado, cielo… tranquila. —Mi madre asintió, levantándose rápidamente, dejándonos solos con el chico, llevándose la bandeja consigo, la cual ya no poseía absolutamente nada de comida, le dio las gracias, a lo que ella respondió lanzándole un beso a la distancia.
—Wow… tu madre es toda una dulzura, ni parece chupa sangre. —Asentí sonriendo a sus palabras mientras que mi padre negó con la cabeza.
—Pues gracias —alegó Carlisle, levantándose del mueble—. Bien Jacob, si no te molesta en verdad me gustaría hacerte unos exámenes —soltó mi padre muy amablemente, a lo que Jacob levantándose le respondió.
—Pues con tal de que no sean de algebra, por mí puede hacer cualquier examen, Doc. —Carlisle rió a carcajadas mientras le señalaba las escaleras a Jacob, el cual comenzó a subirlas seguido por mi padre y por mí. Al llegar a su oficina entramos y lo primero que hizo mi padre fue sacar una hipodérmica.
—Siéntate, Jacob. —El joven observó a mi padre y luego a mí así, soltándole muy calmó, intentado tranquilizarle.
—Tranquilo… sé controlarme y Carlisle es médico está más que acostumbrado que yo a ver sangre. —El chico asintió, sentándose en el escritorio. Carlisle extrajo bastante sangre del chico, también tomó su temperatura, esperando los análisis de sangre de la maquina, examinándole por completo.
—Jamás me habían examinado tanto en mi vida, ¿la verdad? Nunca fui muy enfermizo. —Mi padre alzó una ceja, escribiendo en su block de notas.
—Incluso, ahora que lo pienso… siempre fui muy saludable —le explicó el joven a mi padre, mientras Carlisle observó las muestras de sangre.
—Wow… —soltó mi padre observando los análisis— Tienes el don de regenerar las heridas rápidamente, ¿no? —Jacob asintió de manera orgullosa.
—Así es…por eso te dije que no debías cuidarme tanto —me soltó el chico observándome fijamente mientras que yo simplemente me crucé de brazos.
—Pero no eres inmortal —respondí de manera cortante, a lo que mi padre argumentó.
—Pues Edward tiene razón, Jacob… eso no te hace inmortal… una pelea entre varios de nosotros en tu contra no sería algo de lo que vivirías para contar. —Aquel pensamiento de ver a Aro, a Cayo y a Marcus desmembrando a Jacob, me hizo sentir enfermo y al mismo tiempo perturbado a más no poder.
Intenté cambiar aquella visión por algo más grato, observándolo justo como lo tenía ahora en frente de mí, vivo y sonriéndome como lo hacía.
—Tampoco eres inmune a nuestro veneno —notificó Carlisle observando otros análisis diferentes, acercándome a verlos.
—Si Jacob es mordido por uno de nosotros sería uno de nosotros y ya no serías Metamorfo, o al menos eso creo. —Nos observamos mutuamente hasta que el chico alegó.
—Pues procura no morderme, men, porque me encanta ser un lobo. —Mi padre sonrió, pero yo torné el rostro serio, sin duda jamás le haría algo así, esto que yo era no se lo deseaba a nadie y menos a él.
—No te preocupes —respondí palmeándole el hombro mientras tocaban la puerta.
—Pasa, Alice —le pidió mi padre a la chica, la cual entró rápidamente al abrir la puerta.
—¿Y bien? —preguntó Alice, deseando saber en qué conclusiones había quedado Carlisle, ya que ella no podía ver nada estando Jacob en casa.
—Pues el Doc. llegó a la conclusión de que estoy frito... tengo pulgas mutantes y mi pedigrí es del más bajo… soy un can de esos callejeros y malolientes que comen de la basura y se rascan el trasero arrastrándose sentados en el suelo a causa de los parásitos.
Alice soltó una carcajada, abrazándole ante los ojos atónitos del muchacho mientras que yo no podía parar de reír al igual que Carlisle, quien le palmeó la espalda al chico.
—Por eso me encanta este can… —alegó ella separándose de él y observándome mientras proseguía— ¿Sabes?… Este chico jamás reía —soltó Alice señalándome, comenzando a temer lo que iba a decir—… hasta que tú llegaste a su vida. —Bajé el rostro sin poder ver a Jacob a la cara, sintiendo la mirada de mi padre y las interrogantes que se le pasaron por su mente, a lo que Jacob respondió.
—Pues el bufón no trabaja de gratis, ¿eh?... voy a pasar una factura por cada sonrisa que le saco a este chico. —Todos rieron, mientras mi padre palmeó mi brazo tratando de hacerme sentir mejor.
—Bueno, Jacob… ¿quieres ver como quedó tu motocicleta? —pregunté rápidamente intentando cambiar el tema, a lo que este asintió, siendo el primero en salir del despacho de Carlisle, siguiéndole muy de cerca, observando cómo se detuvo al llegar a la planta baja, siendo yo quien caminara delante de él, ya que el chico no sabía donde quedaba la cochera. Abrí la puerta, y alzando mi mano muy amablemente, dejé que el entra primero.
Jacob contempló atónito cada uno de los autos que había en la cochera.
—¡Vaya!… qué colección. —Aquello no lo vi venir, sin duda él podría pensar que yo lo había llevado allí a restregarle la colección de autos, pero eso no me importaba en lo más mínimo.
—Ven —le dije mostrándole el bulto que cubría una gran lona azul, el chico haló con fuerza la lona, dejándola caer al suelo, observando el trabajo que Rosalie y Emmett había hecho en su motocicleta.
—¡Oh, wow!… —Fue lo único que dijo, observando cómo habían dejado la moto, la pintaron, la arreglaron por completo dejándola como de agencia.
—¿Esta es mi moto o el monstruo de tu hermano la destrozó y compraste otra, tratando de salvarle el pellejo? —Sonreí ampliamente, negando con la cabeza, mientras respondía.
—Es tu motocicleta, Jacob… fue Rosalie la que hizo el trabajo. —El chico arqueó una ceja asombrado.
—Mira tú… que sorpresas tiene la Barbie subdesarrollada esta, ¿eh? —Esperaba que Rosalie estuviera lo suficientemente lejos de la casa para que no escuchara aquello.
—A ella le encantan los autos y sabe todo sobre mecánica —alegué, señalando la calcomanía que Emmett le había puesto en el tanque de combustible a cada lado de este.
—Y eso fue idea de Emmett. —Negué con la cabeza, pero Jacob sonrió encantado.
—Pues sí que es bastante creativo —dijo el muchacho, acariciando las calcomanías de lobos que mi hermano le había pegado a la maquina.
Se comenzaron a oír truenos en toda la zona, mientras que en la casa se dejó escuchar la algarabía y la alegría ante aquello.
—¿Qué sucede? —preguntó Jacob escuchando los gritos eufóricos de Emmett, abriendo el portón de la cochera que daba a la parte trasera de la casa.
Contemplé el cielo y en efecto, una tormenta seca se aproximaba mientras observaba salir a todos de la casa con sus respectivas camisetas de béisbol y sus gorras, siendo Alice la que se acercara hacia nosotros y nos entregara una camiseta a cada uno diciéndole a Jacob.
—Vas a jugar beisbol al estilo Cullen.
Le guiñó un ojo al lobo y salió corriendo, alcanzando a Jasper que llevaba los guantes mientras que Emmett jugaba malabares con los bates. Jacob me miró intrigado sacándose su remera y poniéndose la camisa que Alice le había entregado mientras que yo me ponía la mía encima de la que ya traía puesta, explicándole al extrañado muchacho.
—Cada vez que hay tormenta seca en Forks jugamos un partido familiar de béisbol.

Él me miró aún intrigado mientras caminábamos por un sendero hacia el claro donde solíamos hacer aquellos partidos de béisbol a lo salvaje, donde casi siempre terminábamos Jasper, Alice, Rosalie, Emmett y yo… peleando y discutiendo mientras que Esme y Carlisle intentaban culminar aquellas disputas que se tornaban largas y en una interminable competencias de ver quien tenía la razón o no.

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