Capítulo 9
Ya deseo volver a verte
A
ojos de Edward
Me paseaba de un lado a otro en mi habitación
recordando todo lo que había ocurrido hoy… ya le había informado a Carlisle de
lo sucedido y este estaba deseoso de que llegara la tarde y poder examinar a
Jacob.
Aquello no me preocupaba, lo que me preocupaba era que
yo también me sentía ansioso de que llegara la mañana e ir a buscarle.
“¿Por qué?”
Me pregunté una y otra vez ante aquel deseo de verle, comenzando
a ver el reloj.
“Las tres y media de la
mañana”.
Hacían ya tres horas que lo había dejado en aquel
sendero y ya le extrañaba.
“¿Le extrañas?”
Pensé preguntándomelo a mí mismo internamente, negando
una y otra vez con la cabeza, tratando de sacarme aquel pensamiento, donde un
golpe seco se dejó escuchar en la ventana de mi habitación.
—¿Se puede? —preguntó Emmett entrando en mi habitación
—Ya estas dentro, ¿no? —Este sonrió y se sentó en el
sillón.
—La motocicleta quedó como nueva… Rosalie no me quería,
ayudar pero cuando le dije que la llevaría a Vancouver de compras hasta le sacó
pulitura. —Emmett soltó una sonrisa sarcástica, a lo que yo solo respondí con
un simple...
—Gracias. —Se levantó y me palmeó el hombro.
—No hay de que, hermano. —El corpulento vampiro saltó
por la ventana, comenzando a correr junto a Jasper, golpeándose entre sí como
siempre lo hacían y un nuevo golpe se sintió en mi ventana.
—Hola. —Resonó la dulce voz de Alice en la habitación,
volteando a verle, sonriéndole con desgano.
—Hola —le respondí, acercándome a ella.
—Carlisle y Esme se encuentran de caza, al igual que
Jasper y Emmett… —Le miré detenidamente, sabía por donde venia aquel reporte de
acontecimientos—… y Rosalie pues está ordenando la cabaña de ellos… ya sabes
cómo son. —Sonreí y asentí.
—Lo sé de sobra. —Ella también sonrió junto conmigo, y
acercándose al reproductor de CD, colocó una melodía suave, me tomó de la mano
y me llevó hacia el amplio sofá que tenía en aquel lugar.
—Vamos Eddy, cuéntame ¿qué te sucede? —Suspiré como si
lo necesitara.
—¿Pensé que ya lo sabías? —respondí, a lo que ella
simplemente acarició mi mano, alegando después de un tiempo prudente
—Sabes que no puedo ver tu futuro cuando estas a su
lado. —Di gracias a Dios por ello.
—¿Qué crees que eso signifique? —Ella me miró
extrañada.
—¿Crees que no tienes futuro con Jacob? —Volteé el
rostro, frunciendo el ceño.
—No sé a qué te refieres —le espeté levantándome del
sofá, pero ella ya se había posado frente a mí.
—Jasper ya se dio cuenta Edward… y me preguntó. —Ella
arqueó una ceja de manera insinuante, a lo que yo respondí de mala gana.
—Pues le puedes decir a Jasper que no me interesa lo
que piense. —Me volteé cruzándome de brazo, a lo que ella me abrazó por detrás
—¿Puedo saber por qué estás a la defensiva?
—Porque me están acusando de algo que no soy —respondí
casi al instante en el que ella había terminado de formular la pregunta, contestándome
después de moverse de un lado a otro como si bailáramos.
—¿Y de qué se supone que te estamos acusando? —Odiaba
cuando hacía eso, se hacía la dulce y blanca paloma cuando en realidad
maquinaba la manera de que yo le soltara prenda.
—El chico solo me cae bien, punto —Fue lo único que solté
y dándome la vuelta, le tomé entre mis brazos en posición de vals, le di unas
cuantas vueltas mientras ella sonreía al inclinarle hacia atrás como se hacía
en las películas antiguas—. Así que vayan olvidándose de las suposiciones que
rondan por sus locas cabezas, ¿estamos? —Le solté, encaminándome hacia el
reproductor, deteniendo la música mientras ella brincaba como niña que oculta
alguna fechoría.
—Alice, por favor, ¡basta! —le pedí volteándome a
verla, abrazándome de nuevo, alegando a continuación.
—No te puedo ver estando con él… pero he visto cosas
que harás por él, Edward. —Alice comenzó a mostrarme sus pensamientos y yo,
tomándole de las muñecas, me aparté de ella.
—Eso no pasará. —Ella sonrió de nuevo y me palmeó el
hombro.
—Bueno, bueno… ya no discutiremos más sobre este
asunto, ¿vale? —Le asentí, mientras ella me observaba detenidamente a los ojos,
pensando que mis ojos se encontraban demasiado negros.
—No he podido alimentarme.
—Pues vamos a cazar tú y yo, ¿te parece? —Le asentí,
saltando por la ventana, comenzamos a correr por el bosque compitiendo entre
nosotros, adentrándonos a gran velocidad hacia el bosque entre Forks y la
frontera con Canadá, donde olfateé un puma a distancia, escuchando en mi mente
decir a Alice
“Todo tuyo hermanito”.
—No necesito tu lástima, hermanita… a ver quien llega
primero a él.
Aquel juego de ver quien se quedaba primero con la
presa era mi favorito, donde ella confirmó su apuesta mentalmente, comenzando a
correr, saltando de un árbol a otro, mientras que yo lo hacía de un risco a
otro, corriendo nuevamente hasta divisarle.
Era grande y bastante corpulento, escuchando como
Alice se acercó a él por el otro lado, haciéndole correr hacia mí, esperándole
agazapado, pero el animal percibió mi olor y corrió hacia un costado, intentando
huir de Alice y de mí, retomando nuevamente la caza junto a Alice casi a la par
conmigo, impulsándome con la ayuda de un par de árboles y saltando con gran
fuerza, cayendo encima de aquel feroz animal, el cual se debatió por su vida
entre mis brazos, clavando sus dientes en mi brazo, pero solo pude percibir un
leve apretón, incrustando sin compasión alguna mis dientes en su yugular,
sintiendo el cálido fluido de su sangre pasar por mi garganta calmando aquel ardor
que antes había en ella.
Alice se acercó a mí observándome, mientras se relamía
los labios.
—Te lo mereces, hermanito… eres el mejor cazador. —Seguí
bebiendo hasta que el inerte animal, aquel que se encontraba en mis brazos, dejó
su última gota de sangre en mi boca, dejándole en el suelo para incorporarme relamiéndome los labios.
—Nadie le gana a Emmett en lo bestia… yo aún no me he
atrevido a atacar un oso. —Sonreí y ella junto conmigo.
Así pasamos la noche entre cacería y cacería,
terminando con la vida de dos pumas y un ciervo por mi parte, mientras que por
la de Alice solo un par de ciervos, volviendo a casa, entrando por la ventana
de mi habitación, percibiendo los pensamientos de Emmett y Jasper en la sala
junto a Rosalie que al parece leía una novela.
Observé el reloj, percatándome que faltaban veinte minutos
para las seis de la mañana, saliendo de mi habitación junto a Alice, quien
saltó de las escaleras, mientras que yo las bajaba a gran velocidad, mirando cómo
se acercó a Jasper dándole un beso, mientras Emmett me sonreía.
—¿Y cuántos fueron hoy, señor felino? —A lo que, mostrándole
dos dedos, argumenté– Y un ciervo.
—¡Vaya!... estamos sedientos, ¿eh? —No respondí ante
aquello, sentándome en frente del piano, comenzando a tocar una melodía que empezó
a salir sola.
Rosalie siguió sumergida en su lectura, agradeciendo
mentalmente por ello mientras que Jasper y Alice me observaron tocar, tratando
simplemente de quedarme sordo mentalmente por unos instantes sin dejar de tocar,
contando los minutos.
Cuando terminé de tocar Alice aplaudió en conjunto con
Emmett y Jasper, informándome mentalmente.
“Son las seis y media”.
Miré mi reloj de pulso sonriendo como un estúpido, subiendo
nuevamente las escaleras para cambiarme a gran velocidad, saltando por la
ventana, tomando mi auto, y encendiéndolo, lo arranqué de golpe, derrapando por
el camino de tierra.
“No quieres que piensen mal
de ti y mira como te comportas, idiota”.
Me dije a mí mismo, sintiendo aquellas ansias de
llegar al lugar indicado hacia unas horas atrás, intentando comprender mi
comportamiento, lo cual no podía entender.
Llegué hasta el sendero que daba a la casa de Jacob,
pero él no estaba, dándole una mirada rápida a mi reloj, observando que eran
las siete y cinco.
“De seguro se habrá quedado
dormido”.
Pensé observando hacia el sendero, escuchando una camioneta
que se acercaba al lugar, percatándome que se trataba de los amigos de Jacob, al
leer sus mentes, metiéndome en el auto, esperando a que pasaran, donde uno que
otro volteó a ver el auto, siguiendo su camino preguntándose qué hacía ese
vehículo tan lujoso aparcado en aquel lugar.
Cuando salieron de mi campo visual, volví a salir del
auto caminado de un lado a otro hasta percibir su olor, observando el estrecho
camino por donde saldría el chico, quien llegó al encuentro todo somnoliento y
bostezando, saludándome algo desganado.
—¿No dormiste bien? —pregunté observando aquellas
ojeras suyas, a lo que él negó con la cabeza.
—Discutí con mi padre y le exigí muchas explicaciones.
—De seguro no había pasado muy buena noche después de una conversación como
esa.
—¿Y? —pregunté rápidamente.
—¿Pues la verdad? Ya no sé ni que es verdad ni que es
mentira… —espetó él, volviendo a bostezar.
—Comprendo —Fue lo único que alegué, observando cómo
me miraba detenidamente.
—¿Qué? —pregunté al ver como se quedó mirándome, comenzando
a acercarse aun más a mí, colocando su rostro a escasos centímetros del mío.
Un golpe en el pecho me hizo tragar grueso.
“¿Que fue eso?”, pensé sintiendo como aquel sentimiento
punzó dentro de mí, intentando no respirar cerca de él, quien emanaba tanto
calor corporal haciendo que su efluvio fuera aun más penetrante.
—Ahora son ámbar. —Me quedé mirándole como intentando
averiguar de qué se trataba, hasta que el chico soltó, señalando mi rostro.
—Tus ojos… hoy son ámbar. —Rodé los ojos apartándome
un poco de él
—¡Aaahhh!... sí, este… es, es porque anoche salí a
cazar —respondí algo apenado, como si me fuesen a dar cadena perpetua ante
aquella confesión.
—¡Explícate! —preguntó el joven caminando hacia el
auto
—Mmm… pues que anoche Alice y yo… —Pero él me
interrumpió, negando con la cabeza.
—No, no… me refiero que porqué cambian de color —Aquello
no lo podía creer… yo le había dicho que había ido a cazar… a asesinar… fuesen
animales o personas… matar era matar a mi parecer, pero él le interesaba el
porqué mis pupilas cambiaban de color.
—Aaahh… eso, pues… cuando están negras es porque
tenemos tiempo sin beber sangre… es cuando más sed tenemos —Él asintió
incitándome a seguir—, y cuando bebemos sangre, se tornan ámbar. —Él asintió
nuevamente, observándome detenidamente.
—Eso es por la sangre de animal, ¿no? —Asentí mientras
veía como el chico entró al auto, imitándole, encendiendo rápidamente el vehículo,
escuchando su siguiente pregunta— ¿Y si bebes sangre humana? —En segundos la
imagen de los Vulturis llegó a mi mente, respondiendo intentando sonar tranquilo.
—Pues, se tornan rojos.
Arranqué raudo el auto mientras él permaneció callado,
colocando un CD en el reproductor, mientras Jacob buscó en la mochila algo que
parecía ser un sándwich.
Sonreí de medio lado al ver como comenzó a comerse aquella
monstruosidad de emparedado, pensando que sin duda el chico vivía para comer y
no al revés.
—¿Alguna vez has tenido los ojos rojos? —preguntó el
joven Black con la boca llena, a lo que simplemente asentí mientras él tragaba
el buche de comida rápidamente a medio masticar para preguntar nuevamente —¿Cuántos
asesinaste?
Aquel tema no me agradaba, pensando que a él debería ser
el más incómodo de los dos, y peor aun, que en las circunstancias en las que se
encontraba en ese momento, él pudiese llegar a sentir asco al hablar del tema
mientras comía.
—Muchos. —Fue lo único que dije, echando miradas
furtivas a mi derecha para ver alguna reacción suya, pero él siguió comiendo
como si nada.
—¿Qué piensas? —pregunté con curiosidad mientras él se
encogió de hombros.
—Nada —respondió él de lo más tranquilo y luego
argumentó—. Supongo que se lo merecían, ¿no? —Volteé a verlo extrañado.
—Y tú… ¿cómo sabes que se lo merecían? —pregunté
intrigado, a lo que él respondió...
—Pues ayer dejaste escapar uno que otro pensamiento de
tu pasado… eras algo así como un vengador, ¿no? —No dije nada mientras seguí
conduciendo, entrando en el aparcadero, volteando para ver si ya había
terminado su sándwich, percatándome como arrugó el papel haciéndolo una pelota,
mientras me estacionaba, apagando el auto formulando una pregunta.
—¿Crees que eso justifique el que sea o no un asesino?
—Él suspiró como fastidiado, y acomodándose la mochila en el hombro, respondió...
—Míralo desde mi punto de vista, Edward, tú mastate a
“UN” solo hombre que de seguro era un asesino en serie… mastate a uno… —Volvió
a repetir—Y salvaste muchas vidas, vidas que si valían la pena, vidas de madres
y padres, de hijos e hijas que tenían un futuro prometedor a cambio de una
sabandija que no merecía la vida… A mi parecer… —argumentó abriendo la puerta
del auto—... eres un héroe. —Me guiñó un ojo saliendo
del auto.
Aquel golpe en mi pecho volvió a aparecer, quedándome
un rato dentro del auto, asimilando cada una de sus palabras mientras él comenzó
a golpear la ventanilla de mi lado, sacándome de mis pensamientos, tomando
rápidamente mis libros, saliendo del auto, mirándole a él y luego hacia donde
este observaba.
—Ya sabía yo que esto sería la comidilla del día. —Sonreí
ante las palabras de Jacob al ver el panorama, no había nadie en el aparcadero
que no nos observara, y peor aun, que murmuraran cosas sobre nosotros.
—¿Te importa? —pregunté observándole mientras el chico
sonreía divertido.
—¿La verdad?... me estoy tentando a darles de que
hablar.
Alegó de manera divertida, observando cómo Eric,
cámara en mano, se nos acercó junto a la tímida Ángela, ya que ellos llevaban
el diario escolar y al parecer nos querían en la edición del viernes, intentando
alejarme de ellos, pero Jacob me tomó por el brazo, acercándome a él y soltándoles
de manera muy auditiva para que todos escucharan.
—Pues sí… sí… —Habló Jacob imitando una voz femenina— Estamos
saliendo juntos, ¿y? —Sentí mareos ante aquello aunque aquello era imposible en
un vampiro.
—Jacob, ¡por favor! —le solté entre susurros intentando
alejarme de él, pero el chico siguió con sus bromas pesadas a la vista de
todos, tomándome fuertemente del brazo.
—¿QUÉ?... Jum… que se enteren de una vez que tú y yo
nos amamos —soltó aquello, acomodándose un mechón de cabello imaginario detrás de
la oreja, como lo hacían las chicas de manera coqueta.
No supe si reír o echar a correr, ya que justo en ese
momento mis hermanos entraron en el aparcadero mientras todos reían, tomándolo aquello
como una más de las bromas del muchacho, así que no me quedó de otra que sonreír
de igual manera y negar con la cabeza, justo cuando Jacob espetó, tornando el
rostro serio a Eric.
—Estoy cansado de decirte que no voy a hacer el
protagonista de tu periodicucho chismoso y sin gracia… así que si no te alejas
de mí en cinco minutos, Yorkie… juro
que te voy a meter esa cámara donde jamás te ha pegado el sol.
Muchos rieron, incluyéndome, mientras el joven
asiático se alejó de nosotros algo molesto, maldiciéndolo internamente mientras
que Ángela se despidió de Jacob con aquella sonrisita tonta de niña enamorada,
pero este ni le prestó la mas mínima atención, comenzando a caminar hacia el
interior del colegio, caminando tras él, alcanzándole para preguntarle.
—¿Por qué te cae tan mal el chico? —Jacob acomodó su
mochila en el brazo, respondiéndome de mala gana.
—Porque es un lamebotas, es un idiota y hace todo lo
que Mickey le dice y detesto a ese niñito de papi y mami. —Suspiré, argumentando
a sus palabras.
—Y si lo odias, ¿por qué hiciste lo que hiciste allá
afuera? —Él sonrió ampliamente, respondiéndome.
—Solo era sarcasmo, a ellos les gusta molestar y
chismear, ¿no?... pues les di tela que cortar… así que tú tranquilo que nadie
va a pensar nada malo de nosotros dos. —Ante su respuesta, volví a sentirme mal,
logrando hacerme sonreír al argumentar de lo más tranquilo.
—Además, agradece que te salvé el pellejo, que tal que
Yorkie nos hubiese tomado una foto y
al revelarla ¿resulta que no apareces en ella? —Solté una carcajada
deteniéndome en el pasillo del colegio
—Sí que te gusta ver películas de terror, ¿no? —Él se
cruzó de brazos, observándome detenidamente, esperando una explicación ante mis
carcajadas— Pues te cuento que eso es solo un mito, Jake. —Jacob arqueó una
ceja y luego preguntó...
—¿Y lo del agua bendita? —preguntó, a lo que respondí.
—Un mito.
—¿Y los crucifijos? —preguntó el chico nuevamente.
—Mito. —Volví a decir mientras él chasqueó los dedos.
—Rayos… y yo que traía en mi bolso un frasco con agua
bendita por si acaso… ahora no me das mucho aliento a ir a tu casa, ¿sabes? —Le
miré fijamente sonriendo como idiota ante sus payasadas.
Alice saltó de una de las escaleras, cayendo en frente
de Jacob, el cual le observó fijamente mientras mi hermana le extendía la mano.
—Hola… mi nombre es Alice… soy hermana de Edward y él
es mi pareja, Jasper. —Dijo aquello último tomando la mano de Jasper que se
encontraba detrás de ella después de haber bajado las escaleras, quien miró a
Jacob de manera perturbadora.
—Jas… —le llamé rápidamente, a lo que el vampiro bajó
la cara disculpándose conmigo.
—No pasa nada, Edward, Jasper no le hará daño a Jacob…
¿cierto, amor?
El aludido asintió ante las palabras de Alice, aunque
no muy convencido de sí mismo, mientras que Jacob, después de haber tomado la
mano de Alice, respondió observando a Jasper.
—Vaya, así que parece que no solo te perturbo a ti, ¿eh?...
¿Sino también a tu hermano? —A lo que Alice respondió.
—Es que hueles muy bien, Jake.
Solo hacía unos segundos que se conocían y ya ella le
llama “¿Jake?”, sin duda que esta
familia era bastante peculiar, pensé para mis adentros mientras Jacob respondió
a las palabras de mi hermana.
—Y eso que no me dio tiempo de ducharme esta mañana. —Alice
y yo reímos, mientras que Jasper solo hizo una pequeña mueca.
—¿Puedo preguntar por qué el siempre tiene cara de que
sufre? —Sin duda Jake no se andaba por las ramas y soltaba lo que pensaba.
—Es que mi Jasper tiene el don de percibir los
sentimientos y emociones de las personas —respondió Alice, abrazándose a Jasper
mientras que Jacob asintió, lanzando una nueva pregunta.
—¿Y qué emoción percibes de mí? —El joven observó a
Jasper a la espera de su respuesta.
—¿Pues la verdad? Me sorprende lo calmado que te
encuentras cerca de nosotros —respondió el vampiro sin quitarle la mirada de
encima.
—¿Y eso les incomoda, cierto?... ya que al parecer lo que
es a ustedes, les entretiene el saber que les temen… ¿no es así?
Preguntó Jacob observando a Jasper y luego a mí, esperando
una respuesta de mi parte que jamás llegó, simplemente sonreí siendo Jasper quien
respondiera
—Así es. —Jacob descruzó los brazos, y metiéndose las manos
en los bolsillos, le espetó a Jasper de manera retadora.
—Pues van a tener que hacer su mayor esfuerzo porque
no lo están logrando conmigo. —Suspiré mientras Jasper alzó una ceja como si le
respondiera con aquel gesto un simple “lo
tendré en cuenta”, pensando que de seguro se lo haría saber a Emmett, imaginándome
la competencia que estos dos tendrían tratando de asustar a Jacob.
Aquello sin duda me ponía de malas, pero Jake era un
hueso duro de roer y no se iba a dejar por estos dos, y por supuesto, yo no iba
a permitir que se pasaran de la raya.
—Bueno… —dijo Jacob observando su reloj— Muy
entretenida la conversación, pero ya debemos entrar a clases… ¿cuál es la
primera que tenemos hoy? —me preguntó, respondiéndole apremiante.
—Algebra.
Jacob puso cara de poco amigos, encaminándose con
desgano hacia el salón de algebra, despidiéndose de Alice y Jasper mientras yo
le seguía, justo cuando Alice me soltó mentalmente.
“Es encantador… ya veo porque
te agrada tanto su compañía”.
Cerré los ojos dando nuevamente las gracias una y otra
vez de que no pudiese sonrojarme ante sus palabras.
Entramos al salón y observé como él se acomodó en el
asiento, mientras yo recordaba el día en el que le había conocido, su rostro
era serio y mal humorado a diferencia del que ahora se dibujaba delante de mí, sonriéndome
y llamándome con la mano para que me sentara a su lado.
Aún seguía sin comprender el porqué me sentía tan bien
a su lado, pero lo que sí era seguro, era que ya no iba a poder alejarme de
este chico nunca más, y eso simplemente, me gustaba.
Me encanta la personalidad ruda de Jake (risa) se da garra en serio (risa). Definitivamente serán una pareja única y muy encantadora :D. "Por qué siempre tiene cara de sufrido?"(risa) me encanto. Espero con ansias un acercamiento más sentimental por parte de Jake. Él pobre Edward ya no lo puede ni tener cerca, de seguro me le dará algo, si Jake hace alguna jugada. Espero la continuación. Gracias por escribir-By Mahô
ResponderEliminar