Capítulo 7
¿Qué, qué siento por el can?
A
ojos de Edward
Había tomado el Volvo que había dejado en la carretera
cerca del bosque, conduciendo rumbo a la casa, dándole una mirada furtiva al
celular donde pude ver dos llamadas perdidas, una de Carlisle y la otra de
Alice, usando la opción de devolver la llamada.
—¿Edward?... ¿estás bien?... volviste a salir de mis
visiones… ¿estabas con Jacob? —preguntó ella, a lo que respondí.
—Sí… y no vas a creer lo que tengo que contarles. —Pero
como siempre Alice ya se me había adelantado.
—Es un metamorfo, ¿no? —Sonreí mientras afirmaba a sus
palabras
—Mmm… así es, era de esperar que ya lo supieras… voy
para allá.
Tranqué la llamada, pisando el acelerador a todo lo
que daba, virando por el sendero de tierra que daba hacia la casa, llegando
casi al mismo tiempo que Emmett lo hacía, quien frenó de golpe el jeep, saliendo
de vehículo sonriendo al verme.
—¿Y esa cara? —preguntó mi hermano al ver mi rostro
serio, sin ánimo alguno de querer responderle, simplemente le palmeé el hombro,
entrando juntos a la sala donde ya estaban todos reunidos.
—¿Que sucede, Edward? —preguntó Carlisle, observándome
detenidamente mientras abrazaba a mi madre, volteando a ver a Alice quien
sonreía.
—Pensé que les habías adelantado algo. —Ella negó con
la cabeza.
—Preferí dejar que tú lo hicieras —alegó ella con su
voz cantarina mientras yo dejé las llaves en una de las mesas, observando como
Emmett se acercó a Rosalie, quien me miraba como su respectiva cara de amargada
sufrida.
—Pues… hay un chico en el colegio, que… que no es
normal —solté recostándome en uno de los pilares de la casa.
—Aquí el único anormal eres tú, Edward… como siempre
poniéndonos en peligro con los Vulturis.
—Rosalie, por favor, basta —le pidió Carlisle tratando
de sonar dulce pero firme.
—El chico es un metamorfo —soltó Alice sin poder
contenerse, todos la observaron detenidamente y luego voltearon a verme.
—¿Hablan del capitán del equipo de básquet? —preguntó
Emmett intrigado, a lo que yo asentí.
—Así es, Emmett… el chico no es un humano común y
corriente, él se convierte en un gran lobo. —Todos se miraron entre sí, hasta
que Jasper preguntó.
—¿Es un licántropo? —Alice negó con la cabeza,
respondiendo por mí.
—No, amor… es un metamorfo, él se transforma a
voluntad, los licántropos no, solo cuando hay luna llena. —Volví a asentir a la
explicación de Alice, argumentando a sus palabras.
—Así es… y según lo que nos ha dicho Carlisle, los licántropos
no tienen voluntad propia cuando se transforman… Jacob, sigue siendo Jacob. —Rosalie
bufó por la nariz.
—¡Vaya!… ya ni siquiera es el chico “ese”… ahora se llama Jacob. —Me miró de
mala manera, a lo que simplemente la ignoré, siendo Alice la que respondiera a
sus irónicas palabras.
—Pues tendrás que soportarlo, Rosie, ya que Jacob será
el mejor amigo de Edward y mío también. —Di gracias a Dios que no podía
ruborizarme ante aquellas palabras.
—A ver, a ver… no entiendo, primero se lo quiere
comer… —soltó Emmett a lo que Jasper sonrió divertido—… Después trata de hablar
con él en la cafetería y termina de nuevo sacándolo de su vida… luego sucede lo
del aparcadero, que por supuesto aún no sé porqué ha salvado a la chica… eso no
lo entendí… —Alice negó con la cabeza.
—Edward no lo hizo por la chica, tonto… lo hizo por
Jacob.
—¡Alice! —le solté apenado, negando con la cabeza justo
cuando me miraba, intentando que se callara.
—¿Por Jacob? —preguntó Emmett mientras que Rosalie sonrió
de manera irónica, desplomándose en el sofá, pensando.
“Ya entiendo porque nunca
tuviste una pareja”.
Mi rostro se tornó serio, más frío de lo normal,
mirando a Rosalie con desdén mientras que Emmett siguió en sus conclusiones.
—Aaah… ya entiendo, no querías que se desperdiciara su
sangre, ¿no es así? —alegó Emmett acercándose a mí y golpeándome en el hombro— Te
lo vas a comer luego, ¿verdad? —preguntó el cretino, a lo que mi madre
respondió.
—¡Emmett!... esta familia no come humanos y lo sabes.
—Sí, sí… pero Edward se lo comerá cuando sea lobo y
así no sentirá culpa ¿cierto? —Jasper rió, mientras yo negué con la cabeza con
una leve sonrisa.
—Te equivocas… no le haré daño, Alice tiene razón… él
y yo seremos buenos amigos, es un chico interesante y quiero saber más sobre lo
que es y porqué ocurre dicha metamorfosis en él.
Respondí tratando de salir del atolladero en el que me
sentía, la verdad era que me sentía en un mar de sentimientos encontrados, lo
cual no sabía cómo explicar y daba gracias a Dios de que Alice no podía ver
nada estando a su lado, así me libraba del penoso momento en que se quedó
desnudo delante de mí.
Sí, el era hombre igual que yo, pero yo venía de otra
época donde la desnudez era un tabú y nadie se desnudaba así como así delante
de alguien, y Jacob era lo bastante descarado para hacerlo sin ningún pudor
delante de mí.
—¿Puedes decirle a Jacob que venga a vernos? —preguntó
Carlisle, sacándome de mis pensamientos, a lo que Rosalie simplemente bufó por
la nariz, saliendo de la sala, donde más atrás salió Emmett, tratando de
calmarla.
—Pues, supongo que sí, aunque creo que no se sentirá
muy a gusto en una casa llena de vampiros. —Alice rió y respondió.
—Tranquilo que entre tú y yo vamos a protegerlo. —Me
guiñó un ojo, temiendo en lo que pudiese estar pensando mi hermana.
Volteé a ver a Jasper, quien me miró fijamente.
“Maldición”, pensé al recordar que Jas podía percibir
mis sentimientos.
—Sí… bueno… ya veremos —respondí rápidamente, saliendo
de la casa, tomando de nuevo mis llaves, me monté en el Volvo y arranqué a toda
velocidad.
Mi mente divagaba entre los rostros de mi familia… a
Emmett completamente perdido, a Alice encantada con la idea de que Jacob me
agradara, a Jasper tratando de comprender mis sentimientos sin sentido y mis
padres tan solo preocupados por mí, sin contar con los pensamientos sarcásticos
de Rosalie, suspirando y cambiando rápidamente la velocidad, encendiendo el
reproductor de música, dejándose escuchar un rock de los ochenta.
Conduje hasta Port Angel´s donde bajé la velocidad, comenzando
a pasear por todo aquel lugar, bajando los vidrios y al instante su efluvio
volvió a mí.
“¿Jacob?”
Me pregunté a mí mismo sin poder creerlo. Crucé el auto
en una esquina, y en efecto, su motocicleta se encontraba cerca de una tienda
de repuestos para motocicletas. Me detuve y traté de concentrarme en los
pensamientos del tendedero ya que no podía leer la mente del muchacho.
“—Son cincuenta dólares la pieza joven. —Observé el
rostro de Jacob, completamente asombrado.
–¿Cuánto? —preguntó el chico,
observando el dinero que traía encima—Vamos hombre y ¿no me lo puede dejar más
barato? —El tendedero negó con la cabeza”
Pensé en salir del auto e ir hasta la tienda… ¿pero
con qué argumento?... tal vez podía decir que buscaba una pieza para una moto…
aunque por supuesto no poseía una, era tan solo una mentira que él no
descubriría y allí me ofrecería a ayudarle a comprar lo que necesitaba, pero
justo en ese momento a la cuadra siguiente pude percibir los pensamientos más
atroces del mundo.
“Tres hombres imaginándose a
Isabella Swan amordazada y siendo abusada por los tres al mismo tiempo”. Comencé a sentirme enfermo ante aquello, arrancando
el auto, picando caucho y virando el vehículo haciendo una maniobra que
cualquier otro mal conductor hubiese hecho sin éxito, frenando a escasos
centímetros del lugar, haciendo que uno de ellos cayera al suelo, saliendo del
auto hecho un demonio.
—Entra al auto, Isabella —le ordené a la chica autoritariamente,
ella salió corriendo y subió al auto sin tan siquiera titubear, escuchando a lo
lejos alguien que corrió hacia nosotros, rugiéndole a aquellos asquerosos sádicos.
—Edward… ¿qué sucede? —preguntó Jacob, a lo que volteé
a verlo, justo cuando el chico que tenía en frente, me lanzó un puñetazo en el
estómago.
Volteé a verlo y este cayó al suelo retorciéndose de
dolor, adhiriendo su mano ahora fracturada contra su pecho, gruñéndole a los
otros dos malolientes, logrando que salieran despavoridos, girándome para
ordenarle a Jacob.
—Móntate en el auto —Pero el joven se quedó mirándome
fijamente del otro lado del auto, sin poder creer como le hablaba— ¿Jacob?…
entra al auto… por favor. —Volví a pedirle, tratando de calmar mi mal humor, observando
como el chico entró al auto, tomando asiento en la parte trasera del Volvo.
Arranqué el vehículo, volviendo a hacer la misma
maniobra de hace unos instantes, saliendo de aquel lugar a toda velocidad.
—Baja la velocidad, Edward, por favor —me rogó Bella
mientras que Jacob se incorporaba acercándose a nosotros
—¿Qué sucedió? —preguntó observándome por el espejo
retrovisor.
—Esos hombres… ellos... —Bella se cubrió el rostro con
deseos de llorar.
—Ellos deseaban abusar de Isabella —alegué intentando
culminar lo que ella no podía decir.
—Bella… por favor… solo Bella… —pidió ella con voz
temblorosa.
—Mmm… entiendo —respondió Jacob aún observándome por
el espejo retrovisor, tocándose las sienes, como preguntándome si lo había
leído en sus mentes, asintiéndole—. Comprendo… —Volvió a decir, pero esta vez
para mí— ¿Y se puede saber qué demonios hacías tu en ese lugar?... yo te hacía
en el hospital, Bella —preguntó Jacob a modo de reproche, a lo que ella
respondió.
—No me sucedió nada… no sé cómo y la verdad todos
hablan de eso, de cómo salí ilesa —Ella volteó a ver a su interlocutor y
argumentó— Y tal parece que tú también —alegó ella como intentando buscarle
algún golpe.
—Aaamm… no te creas… me golpeé la espalda… pero nada
de hospital… sanara rápido. —Jacob comenzó a hacer gestos de dolor, haciéndome
reír ante aquello, ya que era un actor de primera, sin duda.
—Entiendo… y por cierto… gracias —agradeció Bella a
Jacob y luego se enfoco en mí—. Y gracias a ti también, no sé que hubiese ocurrido
si tú no hubieses llegado.
—No fue nada —respondí de manera cortante.
—¿Y ustedes que hacen aquí en Por Angel´s? —preguntó
ella mientras entrábamos al aparcadero de “La
Bella Italia”, un pequeño restaurante italiano.
—Pues compraba repuestos para mi motocicleta —respondió
Jacob, enfocando su mirada en mí, esperando una respuesta.
—Yo… venía por… —Observé a Jacob que, al parecer, se
encontraba por demás divertido al ver que no sabía qué decir hasta que fui
interrumpido por Bella.
—¿Como supiste que mis amigas estaban aquí? —preguntó
ella, a lo que Jacob sonrió reclinándose en el asiento mientras preguntaba.
—Sí, Ed… ¿Cómo sabías que ellas estaban aquí? —Su
rostro se tornó entretenido, mirándole fijamente por el retrovisor, respondiéndole.
—Pues lo leí en tu mente, Bella. —Jacob abrió los ojos
asombrados mientras era yo quien sonreía divertido.
“Yo también sé jugar sucio”, pensé observando a Bella, esperando su
reacción… pero la chica al ver a sus amigas salió disparada del auto, cerrando
la puerta justo cuando Jacob me recriminó entre susurros.
—¿Estás loco? —Sonreí, volteando a verle— Pues como vi
que estabas tan entretenido buscando la manera de ponerme en evidencia ante
Bella, pues solo seguí tu juego.
Jacob bufó por la nariz, saliendo del auto, a lo que
yo le seguí, observando la reacción de ambas chicas que tornaron sus ojos de
manera soñadora.
—¡Vaya!… con razón te estabas tardado tanto… si
andabas con el capitán del equipo y el chico nuevo —soltó Jessica mientras sus
pensamientos mostraban otra perspectiva completamente diferente. “Maldita sea… ¿cómo es posible que tú andes
con estos papacitos mientras yo me tengo que aguantar a la idiota de Ángela y
su estúpida habladera sobre el perdedor de Eric?”. Traté de no reír ante
eso, respondiéndole rápidamente.
—Fue mera casualidad. —Jacob asintió y argumentó.
—Por cierto, Bella… creo que te traeré una protección
de la reserva… sí que eres propensa a los accidentes, ¿eh? —El chico soltó una
carcajada, sin poder evitar reírme ante aquello, ya que él tenía razón.
—Jake tiene razón, Bella… debes ser más cuidadosa —“¿Jake?” ¿De dónde diablos había salido
esa confianza de mi persona hacia el chico?... aquello me hizo sentir mal
nuevamente.
—Sí, tienen razón… —admitió ella apenada— Bueno…
gracias de nuevo —agradeció la chica, la cual corrió hacia el auto de Jessica
tomadas de las manos, dándonos miradas coquetas a Jacob y a mí, observando como
él chico les picó el ojo, a lo que sonrieron por demás encantadas mientras que
yo simplemente negué con la cabeza.
—Te encanta que te admiren, ¿cierto? —Él negó con la
cabeza.
—¿La verdad? No… es solo que me dan risa lo taradas
que se pueden poner ciertas mujeres por unos cuantos músculos —dijo eso alzando
el brazo y apretando el puño para que sus bíceps se marcaran en el brazo.
—Ya veo. —Me encaminé hacia la puerta del restaurante
mientras él me miró algo extrañado.
—Hey… ¿A dónde vas? —preguntó el chico, observándome
sin moverse, a lo que respondí.
—Vamos a que comas. —Jacob tornó el rostro serio
—¿Y quién demonios te dijo a ti que yo tenía hambre? —Suspiré,
acercándome a él, justo en ese momento el estómago le rugió como lo había hecho
dentro del auto hace rato.
—Él me lo dijo —dije señalándole el abdomen.
—Mmm… maldito chismoso —soltó él como si el estómago
tuviese vida propia, haciéndome sonreír. Caminé de nuevo hacia el restaurante,
haciéndole gestos de que me siguiera con la cabeza, a lo que él comenzó a
caminar sin ganas de entrar.
Abrí la puerta y esperé a que él entrara, mientras que
una hermosa mujer de piernas largas se acercó a nosotros.
—¿En qué puedo servirles caballeros? —preguntó ella
muy amablemente, a lo que yo respondí.
—Una mesa, por favor —le pedí dulcemente y ella
asintió, llevándonos a una pequeña mesa de dos… le hice un ademán a Jacob para
que se sentara primero y así lo hizo aunque de mala manera, era como si le
incomodara mi amabilidad. Me senté y la chica nos entregó los menús, alegando
que volvería luego por nuestra orden, al alejarse el chico soltó entre
susurros.
—No cargo dinero te advierto. —A lo que sonreí, respondiéndole
amablemente.
—No te estoy pidiendo que pagues. —Él comenzó a mirar
el menú y luego argumentó de lo más normal.
—Aquí no sirven sangre, men… así que estás jodido…
¿qué vas a ordenar? —Solté una carcajada, sin duda que era ocurrente y lo que
yo era, al parecer, él se lo tomaba de lo más normal, eso me agradaba y me
asustaba al mismo tiempo.
—¡Y bien! ¿Ya van a ordenar los caballeros? —preguntó
la chica, a lo que yo señalé a Jacob— Él ordenará. —Él me observó y luego,
volviendo a ver el menú, soltó.
—Pues quiero… Mmm… un plato de ravioles con setas —La
chica comenzó a tomar nota—. Una lasaña con pan de orégano recién tostado, un
bistec término medio y una ensalada César —Entregó el menú a la chica mientras
argumentaba —. Aaah... y una Coca-Cola de litro… gracias.
Me mordí los labios tratando de no reírme al verle la
cara a la chica, mientras que en su mente se preguntó si todo aquello era para
él solo… Me observó y asentí dándole las gracias, la chica se retiró, enfocándome
en el muchacho quien tarareó la música que sonaba de fondo, observando a todos
lados.
—¡Vaya!… menos mal que no tenías hambre. —Él sonrió
sin mirarme a la cara, respondiendo por demás entretenido.
—Pues el hacer justicia me dio hambre. —Lo observé detenidamente
mientras le decía.
—Si hubieses leído en sus mentes lo que yo vi… no estarías
haciendo chistes sobre eso. —Él negó con la cabeza y me miró detenidamente.
—No estoy bromeando… vamos a ir a darles un
escarmiento a esos idiotas —soltó él en susurros, mirándome de soslayo— ¿Crees
que no le estarán haciendo lo mismo que le querían hacer a Bella a alguien más?
—El solo imaginármelo me volvía el deseo irrefrenable de tomar sus cabezas y
romperlas en mis manos como si fuesen simples sandías.
—¿En que estás pensando? —le pregunté a Jacob de lo
más entusiasmado, pero justo en ese momento la chica volvió con el pedido, colocando
los ravioles frente al muchacho, poniéndome a mí la lasaña y la ensalada en
medio junto al bistec y los dos vasos con el litro de Coca-Cola.
—Gracias —soltamos al unísono, riéndonos ante aquella
sincronización, contemplando su sonrisa mientras él me miraba, volteando
rápidamente el rostro.
“Maldita sea, Edward… ¿qué te
sucede con este muchacho?”.
Me pregunté internamente mientras que el chico comenzó
a comer, devorando los ravioles como jamás había visto comer a un humano antes,
él me observó, y pidiendo permiso para tomar la lasaña, posó el plato de
ravioles terminado donde se encontraba antes el plato de lasaña y este a su vez
lo colocaba en frente de él, comiendo como si no se hubiese tragado con anterioridad
un plato de ravioles.
Comió trozos de bistec y ensalada César al mismo
tiempo mientras devoraba la lasaña y tomaba del pico de la botella grandes
cantidades de gaseosa, encontrándome por demás encantado, observando aquel
deguste culinario del que solo Jacob era partícipe. Me observó por unos minutos,
y tomando una servilleta, preguntó limpiándose la boca.
—¿Tú no querías, cierto? —Sonreí, negando con la
cabeza.
—No, gracias… el verte comer de esa manera me hace
sentir satisfecho.
—Aaahhh menos mal porque igual no pensaba darte. —Comenzó
a comer de nuevo mientras que yo simplemente reí como idiota.
Terminó de devorar por completo todo lo que había
pedido, y bebiéndose lo que quedaba de la gaseosa, culminó con un sonoro eructo
que resonó por todo el lugar.
Me cubrí la cara y reí sin poder contenerme.
—Eres increíble. —A lo que él simplemente se encogió
de hombros.
Alcé mi mano hacia la camarera en señal de que me
trajera la cuenta, ella así lo hizo, entregándole mis tarjeta de crédito sin
tan siquiera ver la cuenta.
Jacob me observó serio, y levantándose de la mesa, se
encaminó rumbo a la puerta. Me levanté esperando a que la chica volviera con mi
tarjeta, y apenas me la entregó, salí tras de él.
—¿Hey… qué sucede? —pregunté sin saber qué le pasaba,
a lo que respondió volteándose de mala gana sacudiendo las manos.
—El chico rico pretencioso que le invita a comer una
cena al marginal muerto de hambre restregándole que tiene mucho dinero, ¿no?...
ya es la segunda vez que lo haces, Edward, y eso me incomoda. —Le miré
fijamente, negando con mi cabeza.
—No, no… te equivocas… —respondí tranquilamente
mientras me acercaba a él—solo quise ser cortés… discúlpame si te ofendí, Jake.
—Él me miró por unos segundos y luego cambió su semblante, disculpándose
mientras me palmeaba el hombro.
—Discúlpame tú a mí… pero estoy cansado de que me
vivan restregando los malditos pomposos de la prepa que solo soy un pobre indio
de la reservación. —Lo miré fijamente y le pregunte.
—¿Eres de los indios Quileutes? —Él me miró fijamente
y asintió.
—Vaya... siempre me ha interesado la historia sobre tu
tribu y justo leía un libro sobre ustedes. —Él me sonrió y comenzó a caminar
hacia el auto, abriendo la puerta del copiloto, yo me encaminé a velocidad
vampírica hacia la puerta del piloto ya que no había nadie fuera.
—Pues te puedo ayudar si quieres… es más… voy a
llevarte a la reservación. —dijo él muy amablemente… pero recordé lo que
Carlisle nos había dicho que teníamos prohibido ir hacia allá.
—Mmm…
no creo que pueda… pero ya veremos. —Fue lo único que dije, y pisando el
acelerador, nos enrumbamos de vuelta a aquel lugar donde de seguro aún se
encontraban los atacantes de Bella, buscándose a otra víctima a quien torturar.
Me ha encantado hasta ahora tu historia, por fin he encontrado un fic interesante y con patrones reales de los personajes originales .Increíble. debo admitir que en primera parte creí que tendría un poco e romance entre Bella y Edward, pero me alegro de que no sea así. Estaré desde ahora al pendiente de tu fic.Gracias por escribir- By Mahô
ResponderEliminarEs un fan fic ya viejo... solo que lo he mejorado... la practica hace al maestro y ahora con libros y estudiando edición e logrado cambiar muchas cosas... me alegro que te guste... saludos
EliminarPues déjame decirte que Tus esfuerzos han dado frutos, llevas ritmo y trama, eso es fantástico. Hace que quieras leer más.Gracias por responder, a mi me alegra que la escribas. Por favor sigue la historia... sin importa que...- By Mahô
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