Ante los ojos de Albsev
La neblina
se comenzaba a disipar entre los árboles que observaba a lo lejos, sentado en uno de los bancos de
madera apostados frente al río Tennessee, mientras mi mente volvía a divagar
en lo que había pasado anoche.
“Grita para
mí, Albsev”, su voz volvía a retumbar en mi cabeza como había sucedido durante toda
la noche, sin poder contener los temblores que habían irrumpido en mis sueños
haciendo que me despertara cada tanto sin poder
dormir de corrido.
Yo suspiraba
negando con la cabeza como tratando de olvidar todo aquello, ¿pero cómo podía
lograrlo? Había sido violado por un hombre y lo peor era que no podía
denunciarle.
—¡Hola! —soltaba Astaroth llegando de golpe, preguntándome que hacía allí tan
temprano.
—Me
asfixiaba la habitación —le solté sin tan siquiera mirarle a la cara, tan solo contemplando como
comenzaba a salir el sol por entre los árboles.
Astaroth se posaba en frente de mí, mirándome fijamente mientras
soltaba de golpe.
—Pasó algo
anoche… ¿Cierto?
Yo no decía
nada y simplemente me limitaba a seguir inerte.
—¿Albsev?...
contéstame… me duele la cabeza y siento que me pasó un tranvía por encima… ¿Qué
demonios pasó anoche?
Ante aquella
pregunta suya y su exposición de como sentía su cuerpo comencé a sentir como las
lágrimas me corrían por las mejillas, sin poder contener el ahogo que
oprimía mi pecho ante las ganas de gritar lo mal que me sentía ante todo lo
ocurrido.
—¡Lo
sabía!... sabía que había sucedido algo… me dolía el cuerpo, tú no estabas
cuando desperté y Thomas tampoco… dime porqué no recuerdo nada.
Yo lo miraba
sin poder contener las lágrimas mientras escuchaba venir a alguien, limpiándome el rostro rápidamente.
Me ponía de
pie escuchando cantar a Lyra, quien se nos acercaba de lo más feliz, observándonos a
ambos mientras yo le daba la espalda tratando de contener el llanto.
—¿Y ustedes
dos que hacen acá?
Yo suspiraba
tratando de que se me pasara la opresión en el pecho mientras Astaroth le
respondía.
—Lo mismo
que tú. —Ella le volteaba la cara mientras yo
la miraba sonriéndole como si nada me pasara, aunque sin duda se me notaría en los
ojos que estaba llorando.
—¿Se puede
saber por qué tienes los
ojos rojos Albsev? —Yo miraba a Astaroth, el cual le respondía con aquel típico tono suyo de
sarcasmo.
—Una chica
lo dejó… tarado, con tantas mujeres en el mundo y venir a llorar por esa loca.
Yo sonreía
ante las ocurrencias del chico mientras Lyra rodaba los ojos soltándome de mala
gana.
—Ay Albsev… aprende de
mí… yo los desecho a
ellos, ellos no me desechan a mí.
Astaroth
silbaba y rodaba los ojos, imitando la voz de mi hermana, en un tono de
autosuficiente por demás exagerado, mientras meneaba las manos como lo hacían
las chicas.
—Si Albsev
aprende de la mujer superada que soy, y que jamás me dejo romper el corazón… bla,
bla, bla… —Astaroth volvía a poner su tono de voz, soltándole serio—…Quien te viera
Lyra… cuando te morías por Orión y éste te pateó el trasero llamándote asquerosa
Townsend de porquería.
Lyra
comenzaba a maldecirlo y a lanzarle manotazos, los cuales Astaroth esquivaba, mientras mi hermana
alegaba que eso era cuando ella no sabía que era un asqueroso Malswen.
—Entonces no
molestes… ¡Lydia! —Aquel nombre era el apodo que Astaroth le tenía a mi hermana
haciendo alusión a la joven sombría, protagonista de la película “Beetlejuice”.
Lyra le
lanzaba un puntapié haciéndolo saltar de dolor en un solo pie
sobándose la pierna
golpeada, mientras comenzaba a alejase de nosotros sacudiendo su larga cabellera
cobriza. Astaroth sonreía esperando a que la chica se perdiera de vista para
soltarme de golpe.
—Dime de una
vez ¿qué demonios pasó, Albsev?… ¡Habla! —Yo lo miraba fijamente observando como Astaroth
colocaba el rostro serio e inmutable enfocando su mirada a la distancia, mientras yo volteando a ver que lo
ponía en ese estado contemplando como Thomas se acercaba, haciéndome sentir una punzada en la boca
del estómago sin saber qué hacer.
Quieres sabes que sucede?... Adquiere el libro Aqui